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sábado, febrero 16, 2008

Vaya Embole

57 días de nada y la cabeza empieza a entumecerse. Los primeros días fueron dedicados a una limpieza profunda. Expulsar las brumas de la rutina y el tedio. La idea era aprovechar este descanso forzado para reinventarme, buscar algún hilo abandonado en mi psiquis y retroceder unos años. Salvar los elementos creativos e inocentes que se perdieron en la hecatombe de la urgencia y plantarnos en la madurez. Parecía un plan fácil, considerando que no habría ningún agente externo que interrumpiera la noble labor. Pero en algún momento de la expedición tomé un giro equivocado y terminé muy lejos del objetivo inicial. No fue fútil, pero temo que, nuevamente, lo lógico suplantó lo importante.

Me prometí que escribiría. Lo decía por todos lados en los días que precedieron la operación. Y dos meses después, no he soltado una sola línea. No puedo decir que realmente lo intenté, aunque tampoco puedo decir que ignoré la pauta. Lo cierto es que siento que mi cabeza ya no es lo que era y nunca fui partidaria de las cosas forzadas. Quizás hubiera logrado desentumecerme si hubiera usado este tiempo en reencontrarme. La culpa aguijonea un poco. Sólo tengo una idea para debatir con mi jefe en esperanza de que el clima laboral cambie. Un abstracto que aún no puedo probar y que por el momento no asegura nada. Y el resto es vacío. 1368 horas de ocio desaprovechado y un concepto desestimado que va anclando. Quizás he sobrevalorado mis capacidades por demasiado tiempo. O quizás las he ignorado lo suficiente para que se me hayan perdido. Lo único seguro es que no encuentro ninguna arista donde aferrar mis letras, ni siquiera un puntito suelto en la inmensidad. La sensación de impotencia es abrumadora. Y el aburrimiento, soberano. La falta de actividad es regenerativa. Me leo a mi misma, meses atrás, diciendo que la insuficiencia de tiempo era la única culpable. Ahora podría excusarme con que la imposibilidad de salir a la calle me priva de aprovechar este abuso de tiempo como es debido. Pero tengo que usar un poquito de honestidad y cortar con las excusas. Estoy seca, achanchada y pasivamente ida. Hay que tomar el toro por las astas, aunque sea a lo bruto y sin guantes. Así que ahí vamos. Soltando letras anodinas para reactivar el motor, esperando que en el medio de tanto tecleteo salga una idea

1 comentario:

Leonora dijo...

También llevo un tiempo estancada... y es que mientras más hacés: MÁS HACÉS. Yo ahora estoy en el caso contrario.