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jueves, diciembre 01, 2005

Los sinsabores de una mudanza

Mas allá de los consabidos dolores de espalda, frustración, gastos, y agotamiento que dejan los esfuerzos típicos necesarios y la conciencia de que uno esta empacando cosas para volver a sacarlas y reubicar en pocos días, cada detalle de estos proyectos de considerable envergadura, atentan contra la salud mental y emocional de cualquiera.
Primero está el paso por todo supermercado existente en busca de esas benditas cajas, que una vez mudada no sabés donde meter (porque en realidad, uno quisiera guardarlas para estar ya provisto para el próximo evento) y terminás apilando en la calle para regocijo de los cartoneros. Luego de varias vueltas y ruegos, tenés todas las herramientas necesarias, y con cierto entusiasmo empezás por lo más fácil, y hasta cierto grado, entretenido: Los libros. Chiquitos, grandes, flacos, gordos, como sean, siempre tienen la mágica ductilidad de encajar como rompecabezas, y dejarte un empaque “inteligente” y hermético que te llena de orgullo y placer. Con una sonrisa en la cara, cerrás amorosamente las tapitas, y cinta de embalar por aquí, y cinta de embalar por allá. Marcador indeleble para rotular cuidadosamente la obviedad, “Libros” y te agachás para correr el empaque... Y te quedás agachado un buen rato, porque por más que tires con todas tus fuerzas, la cajita perfecta queda en su lugar. Luego de varios intentos frustrados intentas empujarla con el pie, y sentís como se te descolocan los tendones, y la caja sigue sin moverse. Entonces te arrodillás frente a la misma, y poniendo todo tu peso sobre el hombro empezás a correr el bloque de plomo milímetro a milímetro, cosa que cuando llegás a destino (la esquina del recinto que quedaba sólo a un metro de distancia) te dejás caer agotado creyendo que no podés hacer más nada. Y con una desolación tormentosa, ves que todavía te falta el resto de la casa, y que los libros, la verdad, no cuentan para nada en el porcentaje de empaque total...
Cajas demasiado chicas, cajas demasiado grandes, cosas que no entran “por un pelito” y cosas que realmente no entran en ningún lado. También están lo que me gusta llamar “chiquitajes” que en realidad son cositas que no sabes dónde carajo meterlas. Así te enfrentás a la realidad de los extremos; tenés un pin ínfimo que no tirarías por nada del mundo, y un artefacto que te ocupa un 94% de la caja y te da pena desperdiciar el 6% restante. Entonces empezás a buscar cajitas más chiquitas (de zapatos, o de ropa interior que suelen ser muy útiles) y ahí le mandás el dichoso pin, un lápiz sin punta, la moneda de 5 centavos de kualalumpur que te regaló alguien (aunque no recuerdes muy bien quien exactamente), una cinta scotch chica que en tu puta vida usaste – y que probablemente nunca vayas a usar... después de todo te van a quedar kilos de cinta de embalar – un arito que de alguna manera se escapo de la caja ya sellada de bijouterie, una tijerita plegable, una chinche, un pastillero (ahí estaba! Tanto que lo busqué cuando estuve enferma). Y vas llenando la cajita de las cosas más diversas, dándole lógica al hecho de que después nunca vas a encontrar lo que buscás (como el pastillero), rotulándola originalmente con “Misceláneas” que en el fondo es una palabra muy útil pero lo cierto es que no te dice nada.
Mientras pasan los días y las cajas se amontonan, y todavía hay más cosas que embalar, te preguntás si tus placares no son réplicas de la valija de Mary Poppins, porque tu lógica no permite comprender como cuernos siguen saliendo elementos y ya tenés el living totalmente obstruido por cajas (sin contar todas las bolsas de consorcio llenas de tooooodas las boludeces que guardás al pedo durante los años, y que finalmente tirás con la mudanza – sólo para darte cuenta, al poco tiempo, que varias de esas cosas finalmente se mostraban necesarias)En lo últimos días, toda tu organización y planes fenecen en la desesperación y agotamiento, y te limitás a agarrar la primera caja vacía a mano y tirarle dentro cuanta cosa te encuentres, sin acomodarla, y sellarla una vez – aparentemente – llena. Todos los chiquitajes que quedan (si, porque en el fondo sin importar cuantas cajitas llenaste de esa boludeces, siempre hay mas, escondidos en un rincón, en una taza, debajo de un mueble, etc etc etc) van derechito a la misma caja donde hay ropa, un libro que quedó colgado, un CD que te devolvieron, la plancha, el shampoo, la comida del gato y los parlantes de la compu... En la madrugada, unas horas antes de que llegue el camión de mudanzas, te sentás feliz a contemplar el trabajo terminado, y te acomodás como mejor podés en el piso para cerrar los ojos aunque sea un segundito. El sonido del timbre te perfora la existencia, y te levantás con miedo y angustia de un salto “Que?, ah?, donde? Mmfff?”. Y aunque sentís que tu espalda está por quebrarse al medio, ayudás a los mudadores a cargar las cajas (no sea cosa que tengas que pagar por más de una hora), y vas y venís, vas y venís, y después se pierden unos preciosos 20 minutos analizando los centímetros de la apertura del ascensor, para ver si entra la heladera, que al final no entra por 1mm (que no se consigue por mas que empujes y empujes las puertas de metal) y genera una hora extra en el servicio porque los muchachos la tienen que bajar por la escalera. Las ideas y venidas se repiten incesantemente, y reanudan al llegar a la nueva locación. Cuando finalmente la puerta de entrada se cierra, y te encontrás bajo el nuevo techo y querés respirar un aliviado “Ya está” ves las cajas que te saludan con sorna, y tomás conciencia de todo el trabajo que queda, y de todas las cosas, que durante mucho tiempo no vas a poder encontrar...

lunes, noviembre 28, 2005

Batallas Abstractas

Camino arrastrando mis pies por el árido desierto de mis ansias. El agotamiento me cubría con su pesado y grueso manto, bajo el inclemente sol, aún antes de enfrentarme a la batalla. Me sorprende haber podido siquiera enarbolar la espada en mi desasosiego, aunque debo reconocer que caí ante la primera estocada del enemigo. Recién luego de agonizar desangrando esperanzas, pude tomar mi frío metal para abrirme el camino del que continúa; aunque por momentos me pregunto hacia dónde es que estoy caminando, o si es que realmente camino. Tal vez mi cuerpo yace medio muerto algunos kilómetros atrás, y no soy ahora sino una proyección de un alma ignorante del sino que descendió sobre su suerte... "Vacaciones" murmuro sedienta y esperanzada, una y otra vez. Sin embargo no es el cuerpo el que se deshidrata, a pesar del punzante dolor en la espalda y el plomo que reviste mis brazos. ¿Cómo se continúa cuando la mente está agotada, cuando las emociones cargan el agobio de una espera eterna?

La mañana sonrió siniestramente al verme despertar, conocía la batalla que iba a presentarme en pocas horas, y probablemente disfrutaba de mi sopor y curvada columna. Sentada frente a una computadora indiferente, haciendo esfuerzos sobrehumanos por sobreponerme a la fatiga, recibí la noticia que desmoronaría lo último que me quedara de control y cordura. Entre amargas lágrimas de desconsuelo, me batía casi en un capricho infantil con la furia llameante de quien vence las barreras de la precaución. Y mi casi extinta energía se esfumó en un doloroso, pero aun callado, grito de insatisfacción. En un silencioso cubículo de sanitario dejé escapar las últimas lágrimas que hacía tanto ansiaban salir, y respiré hondo, permitiendo que la mente entrara en el cínico juego. La lógica, la cordura, la razón, dulces consejeros a pesar de ser normalmente mis peores enemigos; sosegaron mi arrebato con inteligentes consejos, irrefutables realidades. Y pude levantarme y lavar mi rostro, volver a mi puesto y continuar con la rutina. Sonreírle a aquellos que ignoraban mi sufrimiento y cumplir con las tareas de los que eran totalmente inconscientes de mi anemia de voluntad. El hemisferio intelectual de la mente ganó terreno y borró las huellas de la derrota matinal, y la noticia que otrora fuera nefasta encontró su lado luminoso, mientras una sorna cruel atosigaba mis inútiles lágrimas evaporadas.
Se supone que todo esta bien, que gané la batalla, pero el cansancio persiste, la tristeza ahonda, y un ruego silencioso escapa de la lógica en vigilancia, con su contundunte y triste pregunta. Tan simple, tan corta, tan antigua y tan llena de significado: "¿Cuándo...?"

miércoles, noviembre 02, 2005

Refugio

Escribí este cuento cuando tenía 16 años. No estoy muy segura de que comprendiera del todo su significado al momento de plasmarlo en el papel. Pero decidí conservarlo, quizás en actitud premonitoria de que un día lo entendería... 9 años más tarde, me lo encuentro de casualidad, y con asombro , me parece estar leyendo un mensaje que me dejé a mi misma, años atrás cuando era más sabia. Porque con una sonrisa amarga, puedo reconocerme hoy en los rostros sombríos más que en la niña.

"Corre un viento frío. A medida que pasa congela todo a su alrededor. Se ríe con orgullo, se cree invencible, nadie jamás ha podido contra su soplido helado, absolutamente todo ha quedado sometido a su aliento de muerte. Las calles del pueblo están vacías y corren algunas hojas marchitas por las aceras de tierra. Algunas caras se asoman a ventanas oscuras, rostros que denotan tristezas ocultas, jamás reveladas. El viento se detiene frente a un marco, del cual surge una tenue pero cálida luz. A través del cristal empañado distingue a una pequeña niña que tararea una canción junto al efímero fuego de su chimenea. Al culminar la melodía, la pequeña esboza una sonrisa y se acerca al fuego para calentar sus manos. Minutos después vuelve a su silla y comienza a cantar muy suave y dulcemente. El viento se enciende en furia, no puede aceptar que un ser, por más pequeño que sea, esté feliz durante su paso. La niña se sobresalta al escuchar los golpes de las viejas persianas contra su ventana y levantándose despacio camina hasta la misma. Observa la calle y los oscuros edificios alineados sobre la vereda. Por un segundo siente tristeza al ver los rostros sombríos que van retrocediendo hasta perderse entre las sombras de sus frías ventanas. El viento comienza a rugir con más fuerza, eufórico por su triunfo. Pero la niña vuelve a sonreír. “Algún día recordarán, y volverán a ser felices” piensa. Abre su ventana y el viento irrumpe enfurecido, dispuesto a darle una lección a aquella pequeña insolente. Su cuerpo frágil cae al piso. La niña hace un gesto con la cabeza, y mira con dolor las figuras que el viento forma sobre ella. “Podrás aprovecharte de la tristeza que invade a mi pueblo, pero jamás podrás hacer lo mismo conmigo. Tu soplido de desconsuelo no me afecta. El único dolor que puede sentir mi alma es el de la incomprensión de la furia y el afán de venganza que guardas. No puedo entender por qué te hace feliz contribuir a la desesperanza.” Se incorpora sin esfuerzo y cierra su ventana, dejando al rabioso viento fuera de su alcance. Vuelve a su silla hamaca frente al fuego y comienza a tararear una nueva canción mientras piensa “Algún día recordarán, y ya no habrá lugar para el cruel viento en este pueblo... Algún día recordarán...” y esboza una sonrisa."

miércoles, octubre 19, 2005

Tengo que cambiar de trabajo... Pero no puedo

Son las 16:30hs, y agonizo frente al monitor en un escritorio bien ubicado junto a una ventana. Sobre la superficie se amontonan papelitos (afanados del baño) con desperdicios nasales, y el embotamiento colma toda mi voluntad. De cuando en cuando carraspeo molesta, y no dejo de repetirme “quiero irme a casa”... No estoy lo suficientemente enferma para tomarme el día, pero de seguro no estoy lo suficientemente saludable para bancarme el día entre obligaciones, bajo el inclemente golpe del aire acondicionado. Ni hablar de apagarlo, unos 30 monos más que llenan el piso de un murmullo constante, lo prenderían de nuevo, armando un escándalo antes... Hoy es uno de esos días en que algo que ya sé de hace rato se vuelve más notorio, uno de esos días en que la voz de la conciencia se convierte en un grito molesto.
En el último año, cada vez se me hizo más difícil levantarme en la mañana. El cansancio es sublime y muchas veces parece eterno, aún cuando no todos los días son movidos, ni todas las semanas me desborda el inbox de tareas. A medida que el tiempo pasa, se hace más frecuente mi desgano, y no pocas veces me quedo mirando la pantalla sin deseos de trabajar, pensando por el contrario en divagar por la red. Me estoy irritando muy fácil estos últimos días, ante la incompetencia de algunos empleados, y creo que no me queda paciencia alguna para un proyecto en el que lucho hace ya un año y medio. Y busco miles de razones, pero la única respuesta verdadera, es que ya llevo demasiado tiempo aquí dentro y es hora de cambiar.
La creación está hecha, y ya no hay desafío alguno en mis tareas. Todo se ha vuelto mecánicamente monótono y absolutamente repetitivo, y no hay ascenso que pueda motivarme, porque no está en mis capacidades el don de administrar gente. Lo cierto es que un cargo jerárquico es más un castigo que un premio para mí. Sé que en esta empresa, no tengo un mejor lugar para trabajar que en el que estoy actualmente. He llegado a lo mejor que esta compañía me puede ofrecer, y la ausencia de una perspectiva de cambio aniquila mi voluntad. Necesito una promesa de crecimiento para tener deseos de conseguirlo. Aquí dentro hace rato se acabaron las zanahorias en un cordel, y solo puedo conseguirla si cambio de camino. Lo sé, pero no puedo hacerlo...
No me considero una persona materialista, pero he caído esclava del dinero para mi supervivencia (según mis elecciones de vida claro está). Mis ansias de independencia y ermitaña tolerancia, eligieron un montón de gastos fijos por un poco de paz y soledad. El alquiler de mi preciado departamento, mas gastos, impuestos y otras yerbas, reclaman un sueldo mensual que no puedo sacrificar si quiero defender mis intereses. Soy tan jodida que el trabajo hermético de oficina es un repelente a mis ansias, y el único horizonte al que puedo apuntar con ánimos y alegría es al campo creativo. Pero tengo un título de Productora Multimedia que junta polvo en la Facultad (si, ni siquiera he ido a buscarlo) porque aún no encuentro una utilidad práctica en la búsqueda de trabajo. Una productora no encajaría conmigo tampoco; aca sólo se puede empezar como editor junior, por unos $400 por mes que no me alcanzan ni para el alquiler. A veces me tiento con algunos trabajitos Freelance de diseño Web, pero cuando llego a casa es tal el cansancio, que más que un placer, se vuelve una tortura. Podría dedicarme a eso todo el día, pero renunciar a mi trabajo actual en pro de intentar una autonomía podría devolverme a la casa de mi madre con un sopapo en el orgullo y el deseo. Me gustaría poder dedicarme a la escritura, pero aun me falta mucho para participar con algo de dignidad y arte, y además, por sobre todo, me falta tiempo. No cualquier puede volverse una Rowling y llenarse la alcancía por el resto de sus días. Es casi como un sueño hollywoodense en el no tan requerido planeta de las letras. Y a veces me aterro, pensando en la posibilidad de volverme viejita gruñona en la misma silla cuando todos ya se han ido, porque no logro despertar un interés más accesible para un futuro, o simplemente por no haber sacrificado ciertas comodidades en el momento adecuado para lograr un mayor progreso.Yo sé que tengo que cambiar de trabajo, pero la comodidad y el sueldo no me dejan hacerlo. Me he convertido en esclava de mi techo cotizado, de mi computadora último modelo, del alquiler de DVD’s, del viaje a Cariló en las vacaciones, del Taxi que me lleva a lugares inaccesibles cuando estoy muy cansada. Me he acostumbrado a la seguridad y el café de máquina, a afanarme papelitos suaves del baño cuando estoy resfriada, a escribir y divagar en horas laborales sin que nadie se dé cuenta... Y voy muriendo de a poquito en el tedio, mientras acumulo comodidad y posesión, porque no soy capaz de renunciar a mi guarida, a mi privacidad, a las cosas que construí con mi propio esfuerzo. Y sigo haciendo esfuerzos sublimes en la mañana para levantarme temprano y llegar en horario a un trabajo que tendría que cambiar, pero no puedo.


NdeA: Soy consciente de que "Querer es poder", por lo que "no poder" es en realidad "no querer". Irónico dios tenemos, que con el libre albedrío nos dio una terrible incapacidad para saber lo que realmente queremos. Aunque en este caso tal vez lo sepa, pero mi eterno defecto de indecisión esté cobrando su verdadero precio...

lunes, octubre 03, 2005

Esas cosas de la vida que te cambian para siempre

Bajo este cielo gris, nace una nostalgia en mi alma, y caigo en cuenta de la fecha. Un 3 de Octubre hace 5 años descendí de un avión cumpliendo un sueño, y pisé por primera vez una tierra llena de magia que me dio la chance de empezar de nuevo.
En mis primeros años mostré una tendencia al júbilo y la pasión, a la seguridad y determinación. Pero por diversos caprichos de esta vida terminé convirtiéndome en un ser taciturno y desdichado. A través de los años traté de combatir una depresión creciente con diversas artimañas, hasta que lo único que mostró ser efectivo, fue una indiferencia absoluta. Así, un 31 de Diciembre de 1999, levanté una copa con hipocresía y brindé por un nuevo año que creí no traería absolutamente nada nuevo a mi monótona y vacía existencia. Quizás mi trato conmigo misma, a la vez que chocaba la copa, fue culminar ese proceso de frialdad, y un gran sueño que lastimaba dentro gritó desgarradoramente.
Quien sabe por qué, pero en algún momento entre mis 8 y 10 años de vida, tuve un sueño que me llenó al alma de emociones e ideales. No puedo evocarlo con exactitud hoy en día, pero recuerdo haber visto unos impotentes acantilados que arrullaban mis emociones con el rumor de las olas contra la piedra. Un día gris mecía mis sueños en una ardorosa ilusión, y desperté con una sola palabra en mi mente: Eire... Pasaron algunos años hasta que pude averiguar lo que esa palabra significaba, y perdí un momento el aliento mientras miraba una enciclopedia, cuando descubrí que bajo ese nombre se dibujaba una imagen de esos acantilados que sólo en mis mundos oníricos había percibido. Descubrí que Eire, o Irlanda, tenía un montón de leyendas para contarme, y me sentí hechizada por los míticos Druidas y la posibilidad de que existiera una tierra siempre verde. Caí cautiva de esta isla, y año tras año crecía en mí la pasión inexplicable por esta tierra. Y año tras año me iba consumiendo, sabiendo que no había nacido en un seno económico que me permitiera conocerla. Ese sueño presionaba con una fuerza indescriptible, y la añoranza se hacía intolerable. Por eso intenté aniquilarlo aquel comienzo del año 2000; era el último indicio de un alma esperanzada.

Pero como esta vida no apuñala sin dar luego una caricia, en la vacuidad de fe y esperanza, nació una claridad lógica que supo manejar mejor los números y organizar un plan de pago. Sin mayor análisis de lo que estaba haciendo, pagué un pasaje para el 2 de Octubre. Y sin mayor conciencia de mis actos, terminé bajando de un avión el 3 de Octubre en Dublín. Desde el momento en que pisé fuera del aeropuerto, perdí toda memoria de penas y tormentos, y viví 17 días de perfección sin vestigio alguno de dolores pasados.
Describir todo lo que viví en la isla esmeralda llevaría una extensión de letras excesiva para este espacio, pero lo que sí puedo decir, es lo que logró en mí. No fue un cambio abrupto ni forzado, pero sí determinante e inflexible. Volví a mi rutina sabiendo cuál era mi lugar en el mundo, aunque lejano y poco accesible. Volví sabiendo cuál era mi verdadera esencia y recordando el núcleo de todas mi esperanzas y mi fuerza. Y de a poquito, con la luz que había absorbido, fui batallando mis demonios, cincelando esa personalidad volátil que buscaba sentar cabeza. Y de a poquito construí una base para pisar firme, un ideal para perseguir, una confianza inalterable de que la vida nunca queda en deuda con uno, y que a la larga todo llega.
No perdí la nostalgia, sin embargo, por este país soñado. Pero ya no lastima como antaño. Sólo susurra en melancolía los días que los cielos se visten de plata, y la lluvia acaricia con dulzura mi rostro apagado. Sólo me llama a través del viento los primeros días de Octubre, y con templanza y ternura le contesto una promesa en silencio. Porque, aunque no sepa cómo ni cuándo, sé que volveré a tocar sus pircas de piedra, a pisar sus caminos cansados, a detenerme en sus antiguos acantilados. Y volveré a aprender algo que renueve mi alma para el comienzo de un camino de descanso pleno...

lunes, septiembre 26, 2005

El Desparpajo del Anonimato

Llevo varios años ya en Internet; solía frecuentar los chats del IRC cuando eso de chattear se consideraba una adicción grave, y batallaba contra los prejuicios de mi familia defendiendo las bondades de ese rinconcito (que más bien parecía la fisura donde nos agolpábamos un montón de "freaks" que asemejábamos los tiempos de los radioaficionados). Después me alejé un poco de aquel "reducto de vicios innombrables", y cuando volví me asaltó la melancolía de que ya nada era igual. Había mucha gente nueva que nada aportaba al salón comunitario, y muchos que creían que la joda del chat era inventarse personajes e historias retorcidas, viendo quién se llevaba el premio de mayores engaños. Sin ánimos de bancarme esas pelotudeces, me abrí del IRC quedándome sólo con el querido ICQ y el navegador para saciar mi curiosidad. Aquellos salones de charla y contención nocturna se perdieron para siempre, y perdí la destreza de administrar más de 5 ventanas...
Volví a darle una chance al intercambio virtual (que no fuera con los que ya conocía) cuando surgieron los portales de comunidades - de esos que llenás un perfil y después limpiás tu casilla del 90% de los mensajes que son proposiciones libertinas - por aburrimiento. Me sentí bastante avergonzada al principio de participar en esos medios, pero luego continué leyendo mensajitos de puro masoquista, para incrementar mi indignación. La mentira y el engaño ya habían llegado a dimensiones poco sanas, y no podía dejar de preguntarme en profunda nostalgia, que había sido de esos intercambios confiados que creaban grupos tan lindos para reunirse los viernes en un bar. También llegué a mi límite con eso, y ya ni siquiera el ICQ usaba. Todos mis contactos habían migrado al MSN, y más allá de que ese mensajero no es de mi agrado, los viejos contactos se habían diseminado por la inconmensurable red... Para esa época (muy próxima a la actual) me limitaba a bajar algo de música y navegar por sitios de interés.
Hasta hace un año, aproximadamente, nunca me había acercado a un foro. Los había visto, sí. Pero fuera por falta de confianza en los seres incógnitos que recorrían una red accesible (ya libre de prejuicios tan marcados como antaño), o por no entender el propósito, me mantuve al margen. A principios del 2004, me registré obligada en un foro con varios quizes, en busca de una planilla de respuestas, y me sentí atraída por una sección en particular de dicho foro que abundaba de desafíos mentales como acertijos y enigmas. No había demasiados usuarios y la actitud y convivencia siempre fue buena, sin problema alguno... Quizás por eso, caí ingenuamente en otro foro mucho más grande, que me ha dado más de una úlcera.
Luego de incontables dolores de cabeza ante agresiones gratuitas, comentarios realmente estúpidos e innecesarios y peleas interminables, llegaron a mi conocimiento definiciones tales como "Flaming" y "Trolling". Y no pude sino indignarme profundamente por esa faceta tan miserable de la naturaleza humana. Suelo defender que ser humano es algo realmente especial, y que nuestra capacidad de empatía nos hace inigualables... Pero así también, tanta vileza me hace pensar muchas veces que nos merecemos un inmediato Cataclismo. Ante esta "revelación" no pude evitar preguntarme cómo era que nunca había visto tanta infamia todo junta en una realidad que muchas veces se mostró despreciable, pero jamás en tal cantidad y claridad. Y los insistentes clones de los más idiotas me trajeron la respuesta... El anonimato hace creer a los débiles y mediocres, que tienen poder sobre los demás. Sus disfraces mal cosidos les hacen creer que tienen impunidad y derechos por sobre los que no son "tan vivos como ellos". Todo su resentimiento contra esta vida que les pasa por arriba, lo liberan desde las sombras creyendo que traman un plan ilustre, inigualable. Y como estúpidas marionetas de carnaval insisten e su intriga aunque la máscara haya caído hace rato. Y molestan sin ton ni son, arman maquinaciones viles para destruir a los que les ponen la tapa, y se registran con mil clones para "hacer valer" su opinión anodina y agresiva. También están los que aún con inteligencia y cierta (pero corta) dignidad, aprovechan la careta para despacharse por diversión, o para desquitarse de sus propios tormentos personales. Y así, un foro abierto se puede convertir en un crisol de estupidez y mediocridad humana; donde los intercambios realmente valiosos se pierden entre tanta porquería. No es nuevo para mi que el ser humano sea de mala levadura, pero lo qué mas me indignó de toda la experiencia, fue el notar que cualquier persona (que en la vida diaria uno hasta podría considerar de cierto valor humano) bajo el manto del anonimato, puede convertirse en un perfecto idiota... Pero más me molesta la falta de coraje de estos particulares personajes; el saber que no actuarían de la misma manera si su verdadera identidad estuviera expuesta. Y entonces me pregunto: ¿Cuál es la verdadera naturaleza del ser humano? Si a la primera oportunidad de ser "libres" se lanzan a una sarta de acciones deplorables. ¿Cómo sería este mundo si uno no tuviera posibilidad alguna de fingir? ¿Que pasaría si en cada intercambio sólo saliera lo que verdaderamente pensamos de todo y de todos?... Creo que nos hubiéramos auto-exterminado hace muchos años, ya que con gusto exterminaría a más de uno que abusa de las "bondades" del bendito anonimato. Supongo que somos, en el fondo, una raza despreciable, pero que lo hagan notar en internet con tal descaro es lo que me pone de la gorra...

Crónica de un Loco Atormentado por la Cordura

Yo sé que sufro delirios de todo tipo, y sé que vuelo por recónditos parajes mas allá de toda realidad. Sé que sueño, si. Sueño mucho y muy seguido; me deleito en eternas historias que se hilan casi automáticamente en mi cerebro. Y me río, casi sin razones, una risa clara y sincera, a veces estruendosa, a veces dulce y gentil. Y siento las cosquillas en mi vientre y se regocijan mis labios. Y también lloro, de golpe y sin estímulos, como un mar embravecido o como un pequeño arrollo que murmura con suavidad.
A veces mis ojos bailan, como al compás de una melodía; se mueven sin órdenes y divierten a quienes miran. Mi rostro se arruga y estira en millones de expresiones, y las cuencas oculares se abren inconmensurables en un asombro divertido… Otras veces el control me abandona y mi cuerpo no es capaz de contener la energía, y aprieto los puños tratando de lograr el dominio, me tiemblan las piernas y mis mandíbulas hacen presión. En ocasiones mi voz se eleva en gritos o declaraciones, en órdenes o quejas, en reclamos sin fundamento, o en simple manifestación de libertad. Y también es costumbre que mi corazón se estremezca ante pequeñas cosas y se emocione hasta el limite de su capacidad, tal vez por un simple “te quiero” o quizá porque unos ojos fueron transparencias de un alma desnuda, o porque un ave remontó vuelo, o porque una sonrisa pasó fugaz por el rostro de un amigo… Ocurre también que ciertos días me aíslo buscando refugio para un dolor, dolor antiguo que habita en mi mundo, que no sabe qué fue su creador. Que me siento en silencio y relajo los músculos, libero mi mente buscando respuestas, y desfilan invisibles las palabras tomando lugares que me gusta asignar. Juego con las hipótesis, dándolas vuelta y esparciéndolas, armo montones y rompecabezas, indago en ellas con extremo detalle y analizo con lentitud. Y me siento satisfecha de mis aptitudes, de mi mente y mi sentir, y me subo por momentos a pedestales de altura donde soy un ser de otro mundo con una misión que cumplir; y me enorgullezco de mi fuerza y de las luchas que he ganado y me invento títulos que revistan mi transcurrir… Todo eso ocurre, y otras tantas cosas más; cosas misteriosas que no han sido definidas aún por el lenguaje, cosas secretas que la mente sabe que existen pero que no puede darles significado. Cosas que siente mi alma y recorren mi cuerpo, cosas que hablan sin palabras y que se desplazan sin movimiento. Tal vez el motor oculto de todo esto que acontece, el combustible de cada impulso de mi forma de pensar. Y me dicen “loca” y me divierte, y gustosa les doy un poco mas de lo que ven; si la cordura no me viste de vergüenza, doy mil piruetas y discursos inconexos, risas volátiles que me dan sensación de vuelo y libertad… Pero no ocurre tan seguido que pueda sentirme libre de esa presión, no es sin culpa que permito que mi cuerpo bulla en ilógica e impulsividad. Me atormenta con frecuencia la estructura y el margen de posibilidad, se mete como alimaña en mis más perfectas ilusiones y contamina los colores y sonrisas. Llega con armas poderosas el control y pisotea mis flores de magia, derriba mis castillos, mis hadas y dragones. Aparece entonces la razón con vestido majestuoso, de presencia imponente y robusta materia, y de un empellón me saca de la cumbre y apunta un dedo acusador a mis deseos de satisfacción. Me oprime el pecho con fuerza, restregándome la culpa de pensamientos de soberbia. Me carga en las espaldas el peso de su lógica y me golpea con miseria, rutina y superficialidad. Me dice que mi alma es un punto de simpleza, sólo un mero reflejo de su poderosa ala de estadística, y clama que mi espíritu no es materia de otro mundo, sino la ilusa esperanza de constituir algo más que un esclavo de lo tangible. Y pelean mis añoranzas con la monstruosa masa de mi cordura, y se ven aplastados mis mundos imposibles en una derrota deshonrosa…
Llega la calma de un momento a otro y vuelan cenizas sobre un campo carbonizado… Mientras el enemigo se aleja, mi alma seca sus lágrimas y empieza a sembrar de nuevo sus pegasos, sus castillos y cielos despejados. Mientras mi espíritu se sienta a tejer de nuevo una capa de terciopelo azul. La capa que le cubrirá cuando vuelva a considerar que es un luchador austero, que gana siempre las batallas, que es fuerte y valiente. Que ha venido de otro mundo a cumplir una misión. Y suba a los pedestales de toda la gente para recordarles como usar sus alas, para ayudarlos a pararse erguidos, e incitarlos a creer que son seres de otro mundo que cumplen una misión… Atados al precio de dejarse derrotar por la razón.

jueves, septiembre 22, 2005

Necesito Vacaciones

La tiranía del tiempo me deja desahuciada, no puedo entender como es que los días se escapan tan fugazmente. Cómo es que aquello que dejo para mañana, se convierte en un mes después... Y lo peor, es que nunca comienzo las nuevas actividades que me propongo. No puedo evitar pensar qué me quedará para entonces, cuando las tardes dejen de tener ese gustito a pseudo-libertad. Las dudas cansan mas que un día entero de trabajos físicos, y resuenan las críticas en mis salones internos. Tengo que dejar de lado estas presiones inútiles a las que me someto...
Estoy pasando una etapa extraña, en la que una parte de mi, me obliga a reconocer mi debilidad; a quitarme el disfraz de invencible y aceptar que puedo caer por estúpidas simplezas. Luego me pregunto si esto es cierto o no. No sé si mi bienestar es fuerza, indiferencia o insensibilidad... ¿Un tema para tratar en un diván? ¿Quien sabe? Supongo que uno se acostumbra, a la larga, a que esta vida este llena de incógnitas, y a ser, uno mismo, la raíz de todas las dudas... Pero mi entusiasmo y locura son mas frecuentes que las taciturnas vacilaciones, y en el fondo se que la respuesta se hará camino en mí en el momento adecuado.

Buscando un alivio de toda esta rutina hermética y polvorienta, reviso pergaminos escritos en tiempos más despreocupados, y me encuentro una dulce descripción de unas vacaciones sanadoras. Increíble como un poco de naturaleza y tiempo libre pueden sacudirte la mufa.
Hace un 1 año y pico, me fui una semanita a Bariloche. Junté con semana Santa, con esperanza de estirar ese ínfimo tiempo que uno tiene en comparación con el trabajo de todo un año. Creo que fueron las vacaciones de mayor provecho en 6 largos años. Más allá de lo que disfruté en su momento, aún hoy, con sólo releer aquellas vivencias, me siento acariciada por una indulgencia relajante.

"El día me saludo deliciosamente frío. Me despertó un llamado telefónico. Un tal Ernesto que contacte hace un par de días, me informaba que el clima finalmente me permitiría remontar los aires en su parapente. Muy a pesar mío, tuve que negarme, ya que los costos me complicaban y ya tenía reservada una cabalgata para la víspera.
Hace unos días, el jueves santo para ser exactos, me subí a un colectivo. Dicho transporte me deposito en los lindes de la cordillera andina el viernes en la mañana. Respire profundamente, y mis pulmones se hincharon agradecidos. Estaba en Bariloche.
Desde entonces, la niña en mi ha renacido... Me dedique a mirar, a ADmirar, a escuchar, a detenerme, a deleitarme. Me perdí por bosquecillos espesos, subí a las cimas de las montañas, y descanse a orillas del lago. Mis entrañas han aprovechado el instante mágico para renovarse.
Llovió mucho, pero eso no fue problema para alguien que gusta de lavar su materialismo en los "riesgos" del agua. Bajo la cortina de plata me dedique a estirar las piernas, en una caminata sin rumbo de unos 6km bordeando un lago profundo. Y una tarde, encontré un quiebre en el tiempo y espacio, sentándome a orillas de las aguas, sobre una roca olvidada. Llene mis oídos de música celta, y deje que mi mirada se perdiera en el paisaje. Tome conciencia de cada burbuja de espuma blanca que cubría las encrespadas aguas, y me deleite infinitamente en las montañas imponentes que hacían frente a un temporal. Las cimas estaban ocultas tras una neblina espesa, y el gris achaparrado del cielo, dejaba un único espacio para que un rayo tenue de sol se volcara directamente sobre una ladera lejana. El verde tímido que despertaba, contrastaba dulcemente con el gris melancólico de la tarde. Mis sentidos se abrieron y mi mente se durmió. Me perdí en un susurro, en un recuerdo, y nunca note la lluvia torrencial que había despertado a mi alrededor. Luego de un tiempo que no podría precisar; la música cesó, y el sonido de las olas contra las piedras, y las copiosas gotitas que castigaban mi sombrero, me devolvieron al mundo medido. Mis ropas eran esponjas hinchadas por la lluvia, y mis manos vestían un rojo amoratado. Pero no sentía frío, ni me molestaba el agua. Respire hondo, y agradecí ese conocimiento silencioso que había penetrado en mi alma. No se que habré aprendido, pero fue bueno. Me sentía en paz. En paz de verdad...
Hoy al mediodía, me subí a un caballo zaino, y me adentre en senderos angostos y ocultos. La vegetación era espesa y rodeaba todos los flancos. El único sonido era aquel de los cascos de los caballos, y el susurro del viento entre las plantas. Cerré los ojos, y vi a los Elfos de Tolkien, viajando tristes y en silencio. Me vi a mi misma en un viaje olvidado, a través de caminos ya perdidos en la gran rueda del tiempo. Me vi como niña, radiante de energía. Una luz brillante que encandilaba con facilidad. Mi alma libero las ultimas barridas de polvo que quedaban, y renació el esplendor de mi hogar interior. Brillaron los verdes y los mármoles, los dinteles de madera y las campanillas. La casa abandonada volvió a ser el refugio reluciente para el viajero cansado... Recupere mis fuerzas, mis ganas, los ánimos, las energías, la voluntad, el deseo, el recuerdo, las sonrisas. La naturaleza cura las heridas. Los momentos mágicos del día, bien aprovechados, nos llenan de regalos invaluables...
El viernes estoy volviendo a Buenos Aires, y mi viaje ya ha rendido sus frutos. No le tengo miedo al futuro, ni a los problemas que esperan en la oficina. Lo que tenga que ser será, y la vida siempre me lleva de la mano. Porque siempre ayuda a aquellos que conocen sus valiosas entrañas.
Por lo pronto vuelvo a pisar firme en mi mundo solitario. Ya no me molesta el silencio, ni mis salones vacíos. Ya recordé que fueron construidos para viajeros premeditados que un día llegaran. Y la espera no debe desanimarme, pues debo llevar una sonrisa en el momento que me sorprendan, pidiendo descanso, un oído y alimento...

... Vuelvo a mi naturaleza, a seguir caminando al lado del lago"

viernes, septiembre 02, 2005

Cavilaciones Nocturnas

Hace algún tiempo (no tanto) traté de dejar por escrito las mil y un preguntas que se hacía mi mente por las noches. Las registré y luego las olvidé, total sabía que iban a volver la noche siguiente... Pero hace poco algunas empezaron a menguar, a transformarse, y tuve que recurrir a este registro para recordarlas... Y noté con sorpresa que muchas callaron en la transparencia de la mirada de alguien especial.
Es increible que una sola persona pueda responder tantos cuestionantes (y tan antiguos) con una sola sonrisa y su increible perseverancia.
Maxi, gracias por acallar mis dudas. Somos pocos, pero somos más fuertes =)

"Soledad en la isla solitaria
Mas alla de la primavera de muchos pétalos
Y el murmullo de calamo y hoja
Secos, volando desde el cielo
En la mañana – nieve sobre el océano dormido
Se derretira en el aire brumoso
Y veras un sueño sagrado
Al recordar un conocimiento perdido
Y en el desierto hallaras
El ultimo tesoro que posees
Invierno de los años, felicidad"


Preguntas sin respuesta... curiosas y siempre presentes...
¿Será acaso una mente en desequilibrio, confundida entre tantos recuerdos que se arremolinan desordenados, en desesperación de encontrar un estante enumerado donde descansar? ¿Será que de tantas encarnaciones, nombres y vivencias, que confluyen en un momento de lucidez y recuerdo, genera el planteamiento de quién es en realidad la que camina ahora a través de su rutina?... ¿A todos les pasa? ¿O sólo a los buscadores de la verdad? A los que no se conforman simplemente con lo que ven. A los que sienten algo dentro, que les dice que hay un significado mas allá de lo que captan. Y esas ideas cínicas que torturan el reposo espiritual; ¿son reguladas por las experiencias o estan planteadas desde la naturaleza de la esencia?...
He pasado por tanto estados, tantas dudas, busque en tantas cuevas, por acantilados y sumergidos bosques espesos. Les pregunte a los árboles, a las aves, a las nubes, a las estrellas... Leí libros de todo tipo, escuche infinitas canciones, camine diversos caminos, probé distintas posibilidades. Siempre en la búsqueda de algo que incluso desconozco. Siempre intentando comprenderme a mi misma, darle sentido a esa sensación de desarraigo y extrañeza. Siempre buscando llenar un vacío que hace un eco terrible, a veces, aquí dentro. ¿Por qué una tarde me parece mas dulce y mullida que otra, por qué me emociona el reflejo tímido de la luna sobre las hojas de los árboles?. ¿Soy la única que siente ese aroma especial en el viento? ¿Soy la única que cree que el mundo suspira y canta?. ¿Hay alguien mas ahí fuera que crea que hay días particulares, en que el mundo se siente en armonía y abraza a quienes lo transitan?. ¿Quién ha sentido como yo, que a veces no hay tiempo, solo un estado de respeto y calma en un atardecer, indiferente a los autos y figuras citadinas que vienen y van inconscientes de la maravilla que en ese momento flota en el aire? Esa sensación de poder tocar cada átomo, una especie de burbuja que envuelve el entorno en un estado que no puedo explicar; algo asi como mullido, tibio, colores pastel y todo eso que manifiesta cierta melancolia y tranquilidad, que semeja un misterio develado y algo familiar, aunque no se tenga la definicion que lo haria reconocible. ¿Alguien ha sentido una presión deliciosa e insoportable en el pecho, que acapara los pensamientos y solo deja lugar para un deseo de volar, de correr, de gritar a todo pulmón? Una necesidad de hundirse los dedos y abrirse un hueco por donde pueda estallar la energía como una luz poderosa e incomparable... La necesidad de estallar uno mismo y volverse parte de todo...
¿Sufro desvaríos asombrosos o soy solamente un ser extremadamente pasional y vulnerable? Si tan solo pudiera entenderlo, si tan solo pudiera considerarlo naturaleza humana, y no ver esos rostros desencajados y miradas acusadoras cuando manifiesto esta indescriptible emoción que domina toda mi existencia. Y esa distancia que establece la diferencia que a veces me hace sentir un color entre las sombras, que me hace creer que vivo en un plano diferente, pero atrapada en un mundo donde todavía hay oídos sordos a la mística esencia de la verdad. Tanta soledad se siente, habitando un mundo que nadie puede entender. Como tener la casa más linda, amorosamente adornada, con el jardín más florido y cuidado, pero sin ningún visitante que pueda comentar sobre mis mármoles brillantes, nadie que se admire frente al rocío plateado que se retrasa sobre mis rosas sonrientes... Cada vez que invito a alguien, su figura parece desvanecer ante la puerta. Y entonces me arrodillo en el umbral, buscando exhaustivamente qué mecanismo misterioso provoca tal desvanecimiento al que quiere trasponer la entrada. Y al no encontrarlo me pregunto; ¿tan feo es mi hogar, amedrentador u oscuro? Y le pregunto a mi madre, la única persona en que confío ciegamente, la única que sé que me dirá la verdad: ¿Mama, porque no entras a mi casa, porque no pisas el mosaico esforzadamente seleccionado? Y ella solo sonríe y me besa, sin una sola respuesta, sin una sola explicación. ¿Acaso me ha respondido y la respuesta fue tan dura que mi obstinado espíritu obro el milagro de una sordera selectiva? ¿Acaso mi morada no es mas que una estructura morbosa y desagradable que en mi locura he pintado de hermosura? Me torturan mis teorías como espadas envenenadas en mi ilusión. Hasta que la luz regresa y sin preguntarme nada mas, uno ambos mundos en mi presente siendo indiferente al eco de mis pisadas en los dominios de la sensibilidad. Y me tranquilizo y sigo esperando a los otros que pueda encontrar en el camino, peregrinos extraños que quizá no me vean como un fantasma enloquecido, y me pidan pasar a tomar un café. Y me cuenten de sus mansiones, y aprecien mis dinteles de roble oscuro y cuidadosamente tallado, el sonido cristalino de las campanillas de nieve que bailan con brisas antiguas. Pero aun así, todo eso es un consuelo basado en una esperanza sin demasiada fe. La fe viene del conocimiento, y a mi conocimiento le faltan respuestas... Y cuantas más respuestas encuentro, mas se incrementan las dudas, como un circulo sin fin que no puede en realidad cerrarse jamás. Paradoja e ironía que me hace pensar que solo falta una letra, o un signo matemático de calculo que me saltee en el desarrollo; que es tan largo e intrincado que nunca termino de revisar por completo. ¿Necesito de un psicólogo para solucionar mis delirios de grandeza y individualidad? ¿O simplemente sin fundamentos he de aceptar tantos huecos en mi teoría? Quizá he de hacer como sabia persona una vez me aconsejo: "No pienses, solo siente... Tu mente es util para el trabajo y resolucion de enigmas de revistas, pero es cinica y enemiga para tu alma. No intentes resolver con ella tus misterios o siquiera comprenderlos... Solo siente"... Pero si fuera tan simple!!! Acallar mi mente es como intentar apagar un incendio con la humedad de un beso. Y aun quizá en masoquismo disfruto mis análisis y planteos, mis vueltas y revueltas, aunque pocas veces obtenga una respuesta. Pues aun vivo esa maravilla de un plano diferente, donde la naturaleza se hace carne en mi sentimiento y a fin de cuentas me siento afortunada por vivir de otra forma cosas tan lindas y poder encontrar en lo pequeño una sonrisa. Quizá alguien mas ahí fuera viva estos planteamientos, quizá alguien también busque respuestas. Y si solo una persona mas se siente extrañamente invadida de misterios y magia, entonces no estoy sola, ni perdida, ni olvidada...
Así es un poquito mi cabeza en noches como esta, no sé si es una mezcla de locura con sentimiento, o si realmente son esquizofrenias. Son simplemente cosas que pienso y que he pensado en algún momento de mi vida. Y cosas que seguramente vuelva a pensar. Preguntas, hipótesis, teorías, analogías y mitologías de una realidad. Muy enredado para tratar de darle forma completa... Voy a buscar alguna película con muchos significados para agotar mi mente de su voluntad analítica y ver si después, exhausta, me deja un ratito sin pensar...

jueves, septiembre 01, 2005

Inevitavilidad

Luego de incontables horas que alimentaron las tumultuosas aguas del tiempo, vuelvo a la serenidad de las letras, a la satisfacción del contacto…
Como bien dijo una vez un gran amigo, las grandes historias nunca se terminan. Hay ciertos problemas que se retardan en el éter como dueños y señores, y nadie puede correrlos fuera de su seno. Hay cosas que forman parte de una ley de existencia y no pueden resolverse, al menos no en si mismas. La forma de superar o solucionar aquellos escollos del camino es cargarse de sabiduría y cambiar nuestra percepción de sus efectos. Aprender la magia de la aceptación, sin caer en el abuso de sus dones y cometer el error de la resignación… Es como que ese equilibrio existe en una finísima milésima de tiempo y espacio. Es como la balanza que nunca se equilibra porque siempre nos pasamos en el calculo. Pero lo más maravilloso es, que con practica se logra. Es como que con el tiempo el ojo se entrena, se vuelve mas intensa la mirada, y un día logramos ver ese quiebre en la línea de los extremos que marca el punto en que debemos pararnos. Y así se aprende a aceptar sin resignarse, y así se alcanza la paz y la armonía con todas las corrientes que rondan este mundo.
Pase mucho tiempo olvidando e ignorando, con mi coraza de optimismo, alimentando, ingenuamente, cuervos en mi interior. Con el tiempo, esa bestia que se gestaba en mi lucha de indiferencia, empezó a volverse borrosa, y un buen día deje de notarla, deje de sentirla y llegue a olvidarla. Y empecé a caminar siempre sonriente, pero atravesada por una espina misteriosa. Y tuve migrañas, y sarpullidos y cansancio sublime. Inocentemente ignorante del porque. Dulcemente sonriente y esperanzada mientras mi núcleo guardaba un batallón de monstruos grotescos… Afortunadamente no sufrí el infortunio de que salieran todos de pronto, ni existió un estallido alarmante que me asolara. Por distintas cuestiones de magias y ternuras de los altos espíritus, las situaciones de la vida me llevan a exteriorizar una a una aquellas creaciones de dolor y poder dominarlas de a poco… Voy aprendiendo a aceptarlas, llorarlas y no volver a ignorar. Así, aquella lucha brutal por la sonrisa se ha vuelto más mansa, ya puedo pelear en pro de santos ideales en vez de luchar contra monstruos que se arrastran en las sombras. Es un interesante proceso, y la vida nunca deja de sorprenderme con sus idas y venidas. Es eterno el camino y uno nunca deja de aprender o crecer, y uno nunca debe dejar de luchar por lo que cree y espera, porque esa es nuestra esencia… Eso es lo que nos hace únicos y valiosos. Creo que eso solo basta, para mí, para enfrentar cualquier fantasma
Como decía mi amigo, es cierto que no existe el cero. Pues toda historia, toda vida, es cíclica. Y todo se comprende en sí mismo… Hay huevo y hay gallina, no importa quien estuvo primero, porque en el fondo ni sabemos si realmente hubo un comienzo, o si siempre fue así. No entendemos que la eternidad se extiende en ambas direcciones. Tenemos la manía de ver la eternidad como un futuro, sin darnos cuenta que es un circulo. No hay fin hacia delante, y tampoco hubo comienzo hacia atrás… ¿Cómo es posible? Eso sí que no puedo responderlo, tratar de entenderlo con estas mentes básicas y limitadas es realmente una perdida de tiempo. Porque no importa cuanto lo intentes, un cuerpo finito no puede abarcar nada que no tenga un limite…Siempre vamos a agregar vueltas al gran engranaje universal. Y nuestra tarea no es lo que hacemos o contribuimos en él, sino lo que hacemos y contribuimos a nuestro interior. Eso es lo único que importa, es lo único que nos llevamos y eso es lo único que se ve afectado: uno mismo... Entender y presenciar ese crecimiento interno, puede contra cualquier inevitabilidad de la vida que sume sombras a nuestra esperanza.

miércoles, agosto 31, 2005

Quiero ser Libre

Hay muchas cosas que no sé, aunque me afane desesperadamente en descubrirlas. Quizá es la conciencia de pensar que el que sabe puede evitar muchos tropiezos, aunque esto sea inevitablemente mentira. Pocas cosas en la vida tienen relación con el conocimiento, a veces esto solo basta como un entretenimiento temporario que nos localiza como reyes de las cosas mundanas… Y también, el conocimiento lleva a la pereza y la dejadez. O bien a la culpa que inunda el ser cuando uno solo se echa a mirar el techo y piensa que podría estar haciendo algo productivo. Una de las tantas dualidades de la vida… Como mis palabras quizá, que vienen y van sin una lógica demasiado acertada últimamente. Pequeños fragmentos de pensamientos hipotéticos que aun no han anidado en los amplios análisis de mi psiquis, y que, como siempre, manifiesto sin vergüenza, esperando algún día exponer mis errores, debilidades y discursos inconexos sin ser juzgada.
Me viene a la mente una particular frase de una película que hizo una revolución en todas mis emociones en el mes de Enero: "No hay libertad sin sacrificio"… Es cierto desde un punto, pero va mas alla del significado explícito de sus palabras, y de hecho guarda una sabiduria ancestral en sí misma. Visto desde la inmortalidad del espíritu y la eternidad vagando por el cosmos, en el fondo no hay nada que el ser realmente pueda sacrificar, pues no tiene nada y a la vez lo tiene todo. Lo único que puede ser sacrificado por una persona, es su renuncia a algo propio, sea material, mental o espiritual. Los sacrificios que pide la libertad no son un pago por sus beneficios, sino mas bien la demolición de las paredes que nos rodean. No es lógico decir "Para conseguir la libertad tenes que cortar la cadena atada a tu tobillo"?. Y resulta que esa cadena atada a tu tobillo es tu trabajo, o la facultad, o el celular, o esa camisa nueva que cuidas hasta del viento… Entonces uno piensa "tengo que sacrificar mis cosas para conseguir la libertad". Si, claramente. Con la pequeña diferencia que no es un sacrificio lo que uno hace, sino un proceso lógico de sabiduría de desprenderse de una estructura mental errada. El problema es aferrarnos a cada ladrillo y cemento que nosotros mismos vamos edificando alrededor nuestro. Nosotros construimos nuestras propias cadenas creyendo que son las que van a salvarnos del huracán de la incertidumbre. Perdimos la osadía y por ende la libertad. Si queremos ser libres, irremediablemente vamos a tener que sacrificar todas las cosas que construimos para sentirnos seguros. Y eso solo se logra luchando contra la costumbre, la razón y de cierta manera, la propia naturaleza humana. Nuestra elección es aceptar la esclavitud o aprender a ver lo efímeros que son nuestros logros económicos y sociales. Algo prácticamente imposible. La eterna lucha, una dualidad personal, otra incógnita de nuestra naturaleza y la de este mundo… Pensamiento demasiado espirituales para realidades tan crudas y tangibles, pero que uno no puede dejar de plantearse.Para mi las cosas andan bien dentro de un mundo extraño… Muchas cosas nuevas han mostrado sus rostros en mi mundo, y ahora mi camino es un espacio de fragmentos flotantes que buscan su complemento para crear bloques de lógica maciza. Buscando quien ganará la batalla de la renuncia: si los bienes o la libertad. Buscando respuestas a nuevos cuestionantes, hurgando en las profundidades de mi conciencia a ver que misterio oculto aflora. Pero mientras tanto sigo aquí, trabajando, estudiando, creando, soñando, suspirando, recordando. Como un mundo aparte que se mantiene para que mi mente pueda seguir su misión eterna de encontrar respuestas en los caminos que nadie transita…

martes, agosto 30, 2005

Aquellas Simples Cosas

Curiosa vida que afina a veces con el pincel...
Tengo una emocion que me colma, una paz que me supera, un agradecimiento que me libera.
¿Por dónde empezar? Venía un poco ajustada a este ritmo mecánico social, mis pies iban y venian al compas del tic tac, y de mi boca prácticamente solo salía un "cucu"... Es que a veces la rutina viene al dedillo. A veces la costumbre nos salva del abismo, aunque no sea necesariamente cierto. Porque antes que el esfuerzo viene siempre esta excusa engañosa. Serle indiferente al pensamiento es mas fácil cuando se sigue una línea marcada y no se hace nada fuera del schedule. Tenía fuerza, tenía una sonrisa en mi semblante, tenía humor y ganas de seguir camino. Pero bien sabemos que el optimismo entusiasta, la fuerza orgullosa, las sonrisas porfiadas, aunque honestas, poco equilibran la balanza emocional. Son cosas que lo mantienen a uno en pie, con ganas, con esperanzas. Que quizá logran arrancar las espinas, pero no le ponen alcohol a la herida, que, relegada a un espacio ínfimo a través de la sabiduría, todavía pincha... No es un pinchazo mortal, sino mas bien una molestia. Un peso que se carga sin mucha preocupación, pero que esta ahí, agazapado, esperando pacientemente la caida. Y aunque la caida no llega ni llegará, se gesta un pequeño tormento en la mente por esa amenaza dormida. Y ese tormento ha de ser atendido; pero con tantas urgencias, con tanta realidad, mas vale una tapa de caucho que desenvainar una espada. Y asi, el optimismo se enaltece de golpe; "que tengo que quedarme trabajando hasta las 12 de la noche? Pero que bien! ocupada sin tiempo de pensar... bienvenido sea!! - viste? todo lo malo puede ser bueno, que grande el optimismo". Y asi parece mas fácil vivir... Por un tiempo, solo por un tiempo. Pero antes de que pueda tejer un nuevo tormento al reconocer lo vano de esa efímera solución, me tapa una avalancha de enfermería experimentada que me deja como nueva... Por eso, es maravillosa esta vida: Te tira a matar y luego te da el elixir de la eterna juventud. He aprendido a ver esa sanguinaria dualidad con ternura. Es como una poderosísima niña caprichosa, y quizá la unica razón por la que me enternecen sus berrinches, es porque la quiero.
Paso a desentramar un poco lo metafórico de este mensaje. Hay veces que nos pasa, que de pronto, de una inocente e ingenua niña que salta jolgoriosa, nos convertimos en un viejo herido que fagocita sus ilusiones en un círculo vicioso. Antes de entregarnos a las sombras, nos ponemos a hacer cuentas: tantos gramos de cuidados, mas unos kilos de cariño, algunas toneladas de humor y simpatía, tiritas de ternura, litros de responsabilidad, un carro de ética... Y la ecuación no nos cierra. Nos hundimos en un abismo que traga nuestra luz mas fuerte y vomita miedos sobre un alma confundida. Y cuando uno esta unos kilómetros abajo de sus sabidurías espirituales, mas vale el privilegio del "olvidate, solo fue una ilusión". Y asi andamos, sosteniendo apretadas las cadenas de una tapa reforzada. Pero las cadenas hacen callos, y los músculos se resienten, y las manos tienen los segundos contados... Pero de pronto nos encontramos con una epifanía intinerante que acude sonriente a nuestra pequeña almena encendida. Y como si Dios reafirmara que el mundo ajusta sus giros para ayudarnos en nuestro momento de necesidad, comienza a sizear la lluvia afuera.
En mi caso, al escuchar las gotas riendo sobre el pavimento, curé mis manos llagadas, levanté la tapa sin miedo y volví a dejar la carne y limitaciones humanas detrás de mi. Descorrí el velo que disfrazaba de maravillosas a unas espectativas anodinas, y un suspiro negligente se llevó esa herida. Como un susurro en el aire existió una pregunta: "¿Hace cuánto que no caminas bajo la lluvia?". Años, ya parecen siglos enteros. Y salí, y empecé a reirme con fuerza mientras me mojaba, y desafiaba a las sombras fugaces que se escondían bajo sus paraguas o techos aleatorios. Me rei de las miradas de la gente. Con mi jean roto y mi remera mas vieja fui a buscar gotas entre los restoranes de recoleta con los brazos abiertos, pues la calle era mía. La gente simplemente se amontonaba en las esquinas como si lo que caía del cielo fuese ácido. Me seguí riendo mientras imprecaba suavemente a una señora que me observaba con especial desconfianza: "¿Sabe usted lo que es sentirse verdaderamente libre? Deme la mano, venga aca conmigo y me va a entender". Claro que no aceptó mi invitación, sino que respondió con una mueca aun más desencajada. Y yo no cabia en mi de diversión. Asi caminé suavemente, teniendo conciencia de cada gotita que tocaba mi cara, sintiendo un placer incomparable en el pecho, agradeciendo esa oportunidad de desprenderme de la preocupación material y no reparar en que se pudiera arruinar la ropa, ni cuantos centímetros se hundian mis pies en el agua amontonada en las esquinas. Pensé cuántas veces hice acrobacias para saltar esos ríos callejeros, cuántas veces contorsionismo para mantenerme bajo un techito (al igual que toda la gente que transitaba la calle) Y pensé cuán absurdo era eso. Me pareció una forma estúpida de complicarse la vida inútilmente. ¿Cuál era el problema de mojarse, cuál era el problema de que los pies te hicieran "scuish, scuish" al caminar?.
Traté de recordar la última vez que no me había preocupado por nada bajo la lluvia, y de golpe tuve un torbellino de recuerdos... Me vi jugando a las escondidas en un jardín que casi había olvidado. La tormenta arreciaba y mi perro se divertía delatando mis escondites. Y las escondidas se convertían en guerritas de barro con mis hermanos... La lluvia no era un problema, era una máxima diversión. Era el momento ansiado para perseguir sapos, buscar caracoles y escaparle a mamá que te corría con una campera. Era tirarte panza arriba en el techo a aportar "wwwaaaaaahhhh"s y "woooooooohhhhh"s a los "dedos de dios" que se abrían azul brillante en un cielo gris plata. Era jugar a quien juntaba mas agua en su boca más rápido, chapotear en las calles inundadas y mandar barquitos al desague con algún caracol como capitán. Era mirar el paraguas con cara de asco y sacudirse como perro al entrar a la casa. Era una vida mas simple, más libre... No por ser más jóvenes, sino por ser más sabios. Porque en aquella época vivíamos el momento y no nos afanábamos en eternizar ninguna posesión, ni ningún pensamiento. Simplemente vivíamos, vivíamos de verdad...
Me intoxique de placer y toda mi "mugre" fue pulcramente lavada. Cuando llegué a casa me sentí casi un testigo de la revelación del siglo... No voy a volver a olvidar salir a caminar bajo la lluvia...

lunes, agosto 29, 2005

Derecho de Vida o Infracción al Derecho Individual?

Estuve leyendo en el diario sobre la nueva Ley de Prohibición de Tabaco. Y no pude sino cabrearme con lo que leí. Me parece perfecto que se haga valer un decreto de prohibición de fumar en lugares públicos, yo misma me indigno cuando veo a alguien fumando frente a un cartel de prohibido fumar.
Hace 10 años que fumo y siempre he sido muy respetuosa de los lugares con prohibición y hasta de la gente que le molesta, por lo que me parece perfecto que se multe a quien no sepa respetar a las decisiones de los demás... Ahora, todas las otras cosas que incluye el decreto me parecen una barbaridad (además de ser en un punto inconsistentes). Más alla de las prohibiciones en lugares públicos, establecen que se aumente el precio de los cigarrillos y que se cambie su composición química. Todo esto, bajo el argumento de "impulsar a la gente a que deje de fumar y mejore su salud"... A ver, para defender la salud van a castigar (por decirlo de alguna manera) a 8 millones de personas para que "no les quede otra que dejar el pucho". Pero a la vez el decreto establece que el paquete más chico tendrá que ser de 20 cigarrillos (o sea, desaparecen los paquetes de 10 y 16). Por lo que, una persona que fumaba de 5 a 10 cigarrillos por día, tendrá que comprar un paquete de 20. Y lo más probable que en unos pocos meses esa persona este fumando 20 por día, porque siempre que hay "unito mas" te lo fumás... Asique, probablemente tengamos mas fumadores compulsivos que antes, y seguramente se engrosarán las filas de los manifestantes, porque, seamos honestos, quien tiene el vicio bien enclavado no lo va a dejar porque le salga mas caro. Mas bien van a gastar todos sus ahorros en el pucho y saldrán a quejarse de que la guita no alcanza.
Lo que me molesta, personalmente, es que toda esta situación trata a los fumadores como la oveja negra de la sociedad. El decreto margina en forma absoluta a cualquier fumador (compulsivo, estandar o social) como si fueran un peligro para el pueblo. Y yo me pregunto: ¿qué es más peligroso? ¿Un fumador manejando, o un ebrio manejando?... Pero no veo ningún decreto de que se deje de vender alcohol en bares, restaurantes y otros lugares públicos. No veo regulaciones que cambien la composición de todas las bebidas alcohólicas para que tengan menos alcohol, ni aumentos exhorbitantes de precios en ese rubro. ¿Por qué? porque prácticamente un 80% de la población toma aunque sea un vasito de algo con alcohol de vez en cuando. Y si llegan a poner una ley asi, se les viene el pueblo al humo con un nuevo cacerolazo... Entonces, es fácil apuntar el dedo acusador a una minoría, es fácil inculpar al que sostiene una bandera aunque no esté manifestando.
El cigarrillo afecta seriamente la salud, lo sé... La afecta de la misma forma que la sal a un hipertenso, los huevos y frituras a una persona con alto nivel de colesterol, las carnes rojas y grasas a los cardíacos, el alcohol en exceso a cualquier persona, etc, etc, etc... Entonces, me pregunto yo, ¿por qué carajos se la agarran de golpe con los fumadores con tanto énfasis, argumentando que es para proteger la salud? ¿Y el derecho personal de cada ciudadano de hacer con su vida lo que le place? Creo que debe haber más gente que sufre derrames cerebrales o ataques cardíacos por no hacer lo que los médicos le dicen, que gente que muere de cáncer por nicotina... Si se van a poner tan exquisitos, que pidan certificado médico cada vez que vas a comprar carnes, grasas, sal, alcohol, azucar, harinas, etc... No sea cosa que un cardíaco, hipertenso, alcohólico, diabético, celíaco haga peligrar su salud con su inconciencia!.
Cada uno es dueño de su vida y tiene derecho a decidir por sus propios medios, me parece incoherente "castigar" a los fumadores por no cuidar su vida, cambiando la composición de los cigarrillos y estableciendo precios exhorbitantes que no se justifican mas allá de una afirmación del gobierno de preservar la salud. Además, si realmente quieren cuidar la salud, deberían ocuparse de los hospitales que estan en estados calamitosos y de todo el quilombo con el Garraham, que me parece más propio de las potestades que le corresponden.
Repito: que pasen la ley de prohibición de fumar en lugares públicos y la hagan valer, me parece perfecto. Todo lo demás, me parece innecesario e inconsecuente. A fin de cuentas, el fumador no es un alien, sino otra persona con un vicio distinto (porque TODOS tienen vicios, mas o menos nocivos) con los mismos derechos de elección que cualquier otro ciudadano...

Sobre el Nombre del Blog

No importa si uno cree o no en la astrología, la referencia al toro astrológico encaja al dedillo con lo que el título quiere expresar. Muchas cosas componen mi personalidad, pero si me pongo a leer lo que dicen un horóscopo sobre el signo de Tauro, se me antoja más sencillo expresar "soy taurina" que ponerme a definir mis aspectos.
Esto no implica que este blog vaya a hablar de Tauro ni de la astrología en sí, sólo intenta explicar un poco el origen que motiva todos mis pensamientos; como por ejemplo, el hecho de que sea una persona obstinada. El título establece, de antemano, que ante una acusación de obstinación, mi respuesta será "y... soy taurina"
Con la obstinación también está la firmeza en las convicciones, y la pasión con la que se defienden, con los cascos bien enclavados en la tierra y mucha determinación. El taurino de ley es un ser material (lo que muchas veces se confunde con materialista, lo que es erróneo) que encuentra más sentido en lo que puede abarcar con los sentidos, que mil promesas abstractas. Un aroma en el viento, un color, una textura agradable, una buena comida, un sonido susurrante, pueden más que muchos placeres. Y lo más importante es la armonía de estas cosas, es sólo en la armonía de los sentidos que uno puede estar en paz. Por eso verán repetidas veces una irritación hacia cualquier cosa estridente o mal ubicada.
Después está la famosa paciencia taurina, en apariencia inagotable, que puede desencadenar en una furia ilimitada. Porque, verán, lo cierto es que esa paciencia tan longeva, SI se agota en algún momento, y no por un detalle, si no por todo lo que viene detrás. La realidad de esa paciencia no es una simple indiferencia a los embates, sino, una tolerancia que acumula. Así una linda vaquita gentil va recibiendo A, B, C, D, E, F..., soportando con su rumiante paciencia. Y un día, el pobre diablo que se creyó que esta vaca pastante era como un punching ball, agrega la Z, y se encuentra con un toro de ojos rojos en sangre, resoplando fuego de la nariz. Y todavía se atreve a preguntar por qué uno se enoja con tanta facilidad por una cosilla. Una cosilla y las 26 que vienen atrás. Pero como el taurino tampoco dice mucho de sí mismo, es muy difícil comprender todo lo que ha soportado.
Muchas de las cosas que suelo opinar son las llamaradas de furia en mis momentos de toro feroz, otras cosas son odas a las maravillas que las pequeñeces de una materia en armonía pueden otorgar... Y en mis quejas, muchos pensamientos pueden parecerles condenables, pero para la fiera adentro, no son más que formas de expresar el enojo a todo lo que atormente la paz de mi pequeña seguridad confortable. Y eso creo, nos molesta a todos