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lunes, septiembre 26, 2005

Crónica de un Loco Atormentado por la Cordura

Yo sé que sufro delirios de todo tipo, y sé que vuelo por recónditos parajes mas allá de toda realidad. Sé que sueño, si. Sueño mucho y muy seguido; me deleito en eternas historias que se hilan casi automáticamente en mi cerebro. Y me río, casi sin razones, una risa clara y sincera, a veces estruendosa, a veces dulce y gentil. Y siento las cosquillas en mi vientre y se regocijan mis labios. Y también lloro, de golpe y sin estímulos, como un mar embravecido o como un pequeño arrollo que murmura con suavidad.
A veces mis ojos bailan, como al compás de una melodía; se mueven sin órdenes y divierten a quienes miran. Mi rostro se arruga y estira en millones de expresiones, y las cuencas oculares se abren inconmensurables en un asombro divertido… Otras veces el control me abandona y mi cuerpo no es capaz de contener la energía, y aprieto los puños tratando de lograr el dominio, me tiemblan las piernas y mis mandíbulas hacen presión. En ocasiones mi voz se eleva en gritos o declaraciones, en órdenes o quejas, en reclamos sin fundamento, o en simple manifestación de libertad. Y también es costumbre que mi corazón se estremezca ante pequeñas cosas y se emocione hasta el limite de su capacidad, tal vez por un simple “te quiero” o quizá porque unos ojos fueron transparencias de un alma desnuda, o porque un ave remontó vuelo, o porque una sonrisa pasó fugaz por el rostro de un amigo… Ocurre también que ciertos días me aíslo buscando refugio para un dolor, dolor antiguo que habita en mi mundo, que no sabe qué fue su creador. Que me siento en silencio y relajo los músculos, libero mi mente buscando respuestas, y desfilan invisibles las palabras tomando lugares que me gusta asignar. Juego con las hipótesis, dándolas vuelta y esparciéndolas, armo montones y rompecabezas, indago en ellas con extremo detalle y analizo con lentitud. Y me siento satisfecha de mis aptitudes, de mi mente y mi sentir, y me subo por momentos a pedestales de altura donde soy un ser de otro mundo con una misión que cumplir; y me enorgullezco de mi fuerza y de las luchas que he ganado y me invento títulos que revistan mi transcurrir… Todo eso ocurre, y otras tantas cosas más; cosas misteriosas que no han sido definidas aún por el lenguaje, cosas secretas que la mente sabe que existen pero que no puede darles significado. Cosas que siente mi alma y recorren mi cuerpo, cosas que hablan sin palabras y que se desplazan sin movimiento. Tal vez el motor oculto de todo esto que acontece, el combustible de cada impulso de mi forma de pensar. Y me dicen “loca” y me divierte, y gustosa les doy un poco mas de lo que ven; si la cordura no me viste de vergüenza, doy mil piruetas y discursos inconexos, risas volátiles que me dan sensación de vuelo y libertad… Pero no ocurre tan seguido que pueda sentirme libre de esa presión, no es sin culpa que permito que mi cuerpo bulla en ilógica e impulsividad. Me atormenta con frecuencia la estructura y el margen de posibilidad, se mete como alimaña en mis más perfectas ilusiones y contamina los colores y sonrisas. Llega con armas poderosas el control y pisotea mis flores de magia, derriba mis castillos, mis hadas y dragones. Aparece entonces la razón con vestido majestuoso, de presencia imponente y robusta materia, y de un empellón me saca de la cumbre y apunta un dedo acusador a mis deseos de satisfacción. Me oprime el pecho con fuerza, restregándome la culpa de pensamientos de soberbia. Me carga en las espaldas el peso de su lógica y me golpea con miseria, rutina y superficialidad. Me dice que mi alma es un punto de simpleza, sólo un mero reflejo de su poderosa ala de estadística, y clama que mi espíritu no es materia de otro mundo, sino la ilusa esperanza de constituir algo más que un esclavo de lo tangible. Y pelean mis añoranzas con la monstruosa masa de mi cordura, y se ven aplastados mis mundos imposibles en una derrota deshonrosa…
Llega la calma de un momento a otro y vuelan cenizas sobre un campo carbonizado… Mientras el enemigo se aleja, mi alma seca sus lágrimas y empieza a sembrar de nuevo sus pegasos, sus castillos y cielos despejados. Mientras mi espíritu se sienta a tejer de nuevo una capa de terciopelo azul. La capa que le cubrirá cuando vuelva a considerar que es un luchador austero, que gana siempre las batallas, que es fuerte y valiente. Que ha venido de otro mundo a cumplir una misión. Y suba a los pedestales de toda la gente para recordarles como usar sus alas, para ayudarlos a pararse erguidos, e incitarlos a creer que son seres de otro mundo que cumplen una misión… Atados al precio de dejarse derrotar por la razón.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola!
Llegué a tu blog, por mera casualidad, cuando en verdad estaba buscando otra cosa (viste que uno encuentra lo que quiere, justamente cuando no lo busca, sí, sí, con los botones y las colitas del pelo pasa lo mismo)
Quiero decirte que en mi única tarde libre de tareas laborales, hace dos horas estoy deleitandome y sufriendo con vos a través de tus escritos.
No considero que tenga capacidad creativa, no puedo producir textos que me gusten, pero no me doy por vencida. De cualquier modo creo que sé apreciar las creaciones ajenas y esta tarde viajé con tus textos. Te felicito, son tristemente hermosos y más que neuróticos, by the way!
Espero puedas concrear tu sueño, que llegues a publicar y vivir de la escritura.
Vayan desde acá mis mejores deseos!
Dolores.

Connita dijo...

Muchas gracias por tu comentario Dolores! Me alegra que mis desvaríos escritos digan algo que valga la pena leer, y me halaga que mis letras hayan merecido tu única tarde libre. Sabiendo lo que vale tal cosa, aunque no te conozca, me siento totalmente honrada.
Saludos!