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lunes, octubre 26, 2009

Políticamente Incorrecto

Otra grieta que se abre en este corazón cansado y viejo, otra esperanza que se queda en el umbral, agonizando un traspaso que jamás llega. Otra angustia que escribe una historia de injusticias y fracasos antojadizos, crueles y tramposos. Un curso intensivo de amarguras para un orgulloso crecimiento, una evolución en la sabiduría, un avance en el espíritu. El dolor enseña, del dolor se aprende, a través del dolor crecemos. ¿¡A quién le importa!? ¿De qué sirve crecer si solo podemos medir lágrimas sobre la regla, qué sentido tiene hacerse sabio si lo único que tenemos para predicar son tristezas y miserias? La superación está sobrevalorada, una excusa deleznable para el caído, un placebo ingenuo para que el humano siga caminando, aún cuando sepa que va desgajándose en el camino. Nos vamos perdiendo, poco a poco, lágrima a lágrima. Perdiendo nuestra identidad, nuestra esencia, nuestra voluntad, nuestros sueños, nuestra niñez e historia. Nos vamos desarmando, desdibujando, volviéndonos cada vez más susceptibles a ser absorbidos por el entorno, el sistema, la sociedad y sus formas. Una sombra más, de las tantas que caminan sin rumbo, un número, una estadística. Tan solo un reflejo difuso de lo que pudimos haber sido, tan solo una utopía de la individualidad y la realización. Por eso, en tantos aspectos, se empuja a que el reconocimiento se logre en la juventud, antes de la experiencia, antes del desgaste. Aprovechar los talentos mientras están frescos y enteros, mientras tienen un alma completa que los soporte. Pues la edad significa tiempo y ese tiempo agrupa un millón de corazones rotos, y quien pasa por todos se pierde para siempre entre la muchedumbre, un espectro más de las aspiraciones humanas que nunca llegaron a puerto. Un náufrago más de promesas de vida que jamás se cumplirán.

Al demonio con el crecimiento, el aprendizaje y la perfección que modela el cincel del dolor. Al infierno con las frases alentadoras, la autoayuda y la religión. A la mierda con los sentimientos, que no hacen otra cosa que estorbar y confundir, demandar y requerir, necesitar y castigar. Bienvenido sea, mi amado intelecto, su dulce capacidad de adaptarse, resignarse, ceder y calcular. Su tierna habilidad de sopesar, elucubrar, esquivar y compensar. Su satisfactoria forma de construir barreras que aíslen el frío, maquinarias que brinden comodidad y confort, proyectos que espanten al vacío.

Te abro la puerta nuevamente, querido raciocinio, vuelve a desterrar la emoción de estas pútridas y manoseadas entrañas que ya no toleran más tortura. Vuelve a cortar las ataduras del sentimiento y sus malditas terminales nerviosas que jamás se cansan de herir. Pinta todo de plata y oro, con tus fórmulas inequívocas, con tu ciencia comprobable. Que si he de ser un autómata de todas formas, prefiero lograrlo con mi propio manual, por mis medios y a mi manera, manteniéndome entera, firme y fuerte. Al menos, tendré forma y consistencia, tendré identidad y conciencia. Al menos, seré distinguible entre el resto de los espectros y no seré llevada por la marea de la inevitabilidad a contenedores de transcursos ilusos y fracasados.


NdeA: Lo expuesto no es más que un exabrupto de ira con licencia poética. Uno de los polos que constituyen nuestra tempestuosa humanidad; el registro de uno de los tantos momentos de debilidad que nos asaltan cuando tenemos las defensas bajas. No voy a arrepentirme de los riesgos asumidos tan rápidamente, pero tampoco quiero negar u ocultar el lado oscuro que existe y existirá mientras el lado luminoso se esfuerza por hacerse camino y prevalecer. A fin de cuentas, mi Cruzada es la de encontrar el equilibrio.

2 comentarios:

loro711 dijo...

Equilibrio.

Una palabra que hace doler.

Connita dijo...

Y también suspirar...