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jueves, marzo 01, 2012

Godless

Hoy no me alcanza creer en dios porque me conviene o me gusta la idea. Hoy, más que nunca, necesito que dios realmente exista. No para pedirle ayuda en el mágico cumplimiento de algún deseo... No quiero pedirle trabajo, ni dinero, ni un príncipe azul, ni consuelo para un corazón roto, ni salud para los enfermos. Lo que quiero, lo que necesito, es el sosiego de que haya un responsable con poder para frenar la vileza exacerbada.
 
Primero pensé terrenalmente; si tan sólo se pudiera llamar a un árbitro internacional con poder suficiente para pisotear la corrupción e investigar y procesar correspondientemente a todos los villanos que, impunemente, sostienen los piolines del futuro de la gente que la pelea como puede. Un pensamiento que inmediatamente saltó a la conciencia de que todos los líderes usan la misma batuta para oprimir libertades y esperanzas. Un pensamiento que se me atragantó sabiendo que hasta las Naciones Unidas están compradas y embarradas en ambiciones frías y calculadas. Un pensamiento que me llevó a la única esperanza posible para un corazón desgastado: dios tiene que existir y tiene que hacer algo.

Hay tantas voces pequeñas que hoy gritan sin descanso, aunque se las vapulee y amordace, aunque se las censure y esclavice. Si tan sólo pudieran firmar una petición mundial invocando al orden, avalando que la regadera de libre albedrío se suspenda por un rato para poder extirpar la maleza más crecida y darnos la oportunidad de elegir de cero. Si tan sólo hubiera un dios que rompiera su silencio y distancia y bajara a disciplinar a su prole descarriada; a frenar la bola de ambiciones, poderes e injusticias que devoran oportunidades y vidas cada vez con más voracidad.

Sí, sé que la naturaleza humana volvería a repetir la historia. Pero, al menos, nos daría la chance de un respiro en este mar de atropellos. El mismo respiro que tiene un niño cuando su hermano mayor es puesto en penitencia. Con la esperanza de que el castigo instigue una lección. Porque, me pregunto, ¿seguiríamos siendo tan necios y obtusos (los humanos) de continuar repitiendo errores si hubiera un dios que bajara a dar palazos cuando se nos va la mano?

Y entonces, pienso en los dioses de la mitología o en el antiguo testamento cristiano… Y se me llenan los ojos de lágrimas. 

Los poderes que hoy se endiosan en sus abusos no se diferencian mucho de los antojadizos supremos de los mitos; porque hasta inmortalidad tienen con su larga fila de alimañas para continuar la línea en sus ausencias.

Hoy, más que nunca, necesito que exista un instinto de justicia y respeto en el alma humana. Un instinto que detenga la crueldad y la indiferencia antes de que pueda ser aplicada indiscriminadamente. Hoy necesito creerme la idea de que la naturaleza humana es inherentemente buena; que puede despertar una noche cualquiera con una epifanía onírica. Creer que nuestra cuna y destino no es la violencia, sino un llamado evolutivo a la convivencia balanceada.
Hoy, más que nunca, necesitaría que fuera cierto que tenemos un llamado noble en el fondo del alma.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué temita el de dios y su necesidad. Porque además respira con nosotros en cada una de nuestras miserias, obsesiones y vacíos mucho antes de que supiéramos que el mundo es esa bola que gira en un universo sin límites comprensibles, como si no tuevira nada que no remita al misterio, y en esas sombras buscamos, buscamos.

Por momentos siento (y hasta con cierta ternura o con algo parecido a la auto-conmiseración) que somos ingenuos al intentar personificar a dios, porque siempre terminamos cayendo en esa, ¿viste? Siempre lo pensamos como un razonamiento externo, individual, casi carnal, y si no carnal sí al menos con una conciencia del que la nuestra es el molde, porque claro, imaginamos desde lo que conocemos. Instruyéndome muy básicamente en otras concepciones, e imaginando pero desde otro lado, casi por la negativa, flasheaba con que dios puede ser un proceso, algo que abarca el tiempo en su extensión, y el espacio en su dínamica de las cosas, onda causa-efecto. Dios (en parte) como totalidad de lo existente. ¿Qué es la totalidad de lo existe? Cortá el tiempo en fetas y de la rebanada del ahora intentá generar una idea que asimile la totalidad de todo lo que en este instante está pasando en cualquier lugar que sea digno de ser llamado real. Ahora sumale todo el resto. Eso, quizás, sea solo una parte de dios, pero a esta altura llamale como se te ocurra, porque para mí "dios" le queda chico (para más comprensión de esto, evocá al "barba de allá arriba"). De cualquier modo, lo que primero se evidencia de esa concepción es una serie de consecuencias asombrosas que, la verdad, inquietan: en primer lugar, ese proceso es incesante (nadie sabe desde cuándo, nadie se lo puede imaginar), y su alcance, además de desconocido, bien puede ser el de proceso inacabado: quizás dios no exista, pero algún día sí, quizás esté en proceso de gestación o autodescubrimiento, quizás no necesite de nada de eso; afortunadamente casi cualquier hipótesis funciona (¡somos tan limitados!); otra consecuencia es que, en ese caso, dios nos incluye. Somos parte del proceso: somos dios. Suena voladísimo, pero por primera vez (?) podemos pensar a dios no como algo externo a nuestra conciencia, sino pensar a nuestra conciencia como parte del proceso de dios.

Esto lo ligo a la última parte de tu texto, ese lindo "necesitaría que fuera cierto que tenemos un llamado noble en el fondo del alma". Hay algo por hacer entonces, algo que se pone en juego en nuestra sensibilidad si nos pensamos como vehículos de un acontecimiento integral: no somos inocentes ante nuestra propia esencia (no podemos serlo), pero no va a venir alguien del cielo a impartir justicia: cada acto que realizamos posee en esencia su recompensa o castigo, para decirlo vulgarmente.

Anónimo dijo...

Y por último, tu texto es por supuesto la prueba de que el llamado es posible, sólo que lo escribís como si te sintieras sola. Afortunadamente siento que no lo estás, que esa sensibilidad que tenés la compartís con buena parte de la humanidad, que hay un sentido de amor inherente en nuestra especie. Lo que nos falta es dar un salto final. Dejar de vernos como fragmentos. Sabemos amar a los que amamos, pero no al que vemos como diferente. El problema es la diferencia, el problema es no vernos todos como iguales en la medida en que podemos apreciar al otro como parte de un mismo proceso. Por eso protesto contra todo lo que genera fronteras ficticias: la idea de patria tal como la fomentan las naciones. Es solo un ejemplo: ¿De qué me sirve el respeto a las insignias patrias si bajo el juramento a esos símbolos subyace la idea de que eso nos separa frente a otro símbolo? Y entonces sabemos amar, pero también odiar con mucha facilidad: y eso es fácil cuando no podemos reconocernos en el otro, como podemos hacerlo en un familiar o amigo o en nosotros mismos. La humanidad tiene el desafío de derribar esas fronteras, de sentir que al lastimar al otro se daña una esencia que nos comprende. No es fácil, y estamos todos en ese baile. Por días, hasta me cuesta quererme a mi mismo. Imaginate lo que me falta, imaginate dónde podemos estar parados. Pero sólo en la búsqueda y en la no resignación se juega la posibilidad de que algún día suceda y bajemos del cielo a ayudarnos.

Connita dijo...

Muchas gracias por tu comentario Anónimo! Fue, realmente, una lectura placentera.
Mi creencia en la posibilidad de un dios también está basada en un concepto colectivo y no una única presencia gigantesca. La mayor parte del tiempo lo llamo, simplemente energía (a la que le otorgo grados de inteligencia). Pero, a veces, cuando las esperanzas se oscurecen, se me antoja que un único gigante con un dedito aplastador sería gran consuelo... Me pareció muy interesa tu perspectiva en que - de alguna manera - nosotros mismo vamos "creando" a dios (si se quiere) a través de lo que podemos ir comprendiendo en el tiempo y el espacio de una existencia que no podemos abarcar... Le daré mayor lugar a ese pensamiento para alimentar mis filosofías.
Y en lo que respecta a la evolución humana, superar el desafío de las diferencias y el amor incondicional... bueno, sigo con las esperanzas bajas por el propio sentir y las propias experiencias. Me considero una persona de bien, sacrifico muchos intereses propios por evitar herir a otro si puedo evitarlo y abogo siempre por la armonía y la conciliación. Pero si alguien ataca mis afectos sin escuchar razones y haciendo daño... inevitablemente saco las garras. Teniendo todos (los humanos) intereses propios y tan diferentes; no nos veo llegando a un acuerdo jamás. Estoy completamente en contra de las guerras, pero debo admitir que si un día logro mi casa propia luego de muchísimo esfuerzo y años y viene alguien a querer quitármela a garrotazos, lo defenderé con todo lo que tenga. No tengo la santidad de regalar el esfuerzo a los que toman por fuerza... Y bajo esa premisa, la violencia nunca termina. Somos muchos, con muchas necesidades y pocas respuestas. Ojalá algún día podamos tener menos de animal en los instintos, pero dudo que viva para verlo.
Mientras tanto, los días que estoy más fuerte, conservo la esperanza de que las pequeñas cosas y los pequeños gestos sean suficientes para seguir construyendo.
Saludos!

Anónimo dijo...

Hay un cuento extraordinario que trata lo que compartes aquí. Su autor es Dostoievski y se titula "El sueño de un hombre ridículo".

Que lo disfrutes.

http://www.altera.net/nueva/libros/sueno.pdf

http://camisaspadrino.blogspot.com.es/2011/09/el-sueno-de-un-hombre-ridiculo.html

yaivi dijo...

Hola! Me ha encantado tu post. y te quería preguntar si puedo colgar tu escrito ne mi blog, con tu nombre como autor y un link hacía tu blog. Mi blog es http://yaivi.blogspot.com
Dime algo.
Gracias!

Connita dijo...

Gracias por el link anonimo, sera disfrutado en breve :)

Connita dijo...

Hola Yaivi, me alegra que hayas disfrutado el post y claro que puedes usarlo si crees que lo vale, seria un honor :)

yaivi dijo...

Ok! Pues lo copio para ponerlo esta semana (mañana o pasado) Podré tu nombre "Connita" y pondré el link del post. vale ?? Gracias. Te pondré el link aqui mañana para que puedas ver el post. También lo publicaré en la página del facebook de mi blog. Gracias.

Alejandro Mulkay dijo...

Saludos desde Puerto Rico. Interesante e ingeniosa... me gusta.
Te invito a leerme: Sobre la necesidad de creer
alejandromulkay.blogspot.com

Nano dijo...

Dios? Nah, Dr. Manhattan!

Fuera de joda....Dr. Manhattan.
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Nah, fuera de joda 2, adhiero completamente, siento igual. Sino leéme acá

http://micabezota.blogspot.com.ar/2009/08/crato.html

Me meto a leerte y veo dos posts tuyos casi idénticos en esencia a los míos! Que está pasando...te vas lejos y nos conectamos más?????
:P

Besos petisita linda.

Unknown dijo...

Buena cavilación,Dios.
De naturaleza más personal que nuestro cepillo de dientes o el menú que nos gusta.
Pudiéramos tener más humildad y considerer que en el caso de que Dios tenga un cierto mecanismo, éste rebase muy probablemente nuestra capacidad de captación.