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miércoles, noviembre 01, 2006

Buscando asilo en la modernidad

Existe una música que busca asilo en tu alma, y resuena en tu espíritu para mecer sonrisas. Pero al parecer tu puerta está cerrada, y son más las sombras que vagan por laberintos intrínsecos en tu mente que el brillo imperecedero de nuestra amada Varda. Hay algo que buscas, más allá de las Puertas de la Noche, la luz de un Silmaril quizás, que se ha extinguido en tu memoria. Revuelves arcones y tesoros intentando desentrañar misterios o secretos, buscando la esencia de pasión y plenitud en tu ansiedad por llenar un vacío. La tierra es hoy una celda de trampas, y no has encarnado como en Cüivenen bajo la amorosa luz de las estrellas. Sola la fuerza puede batirse a un duelo definitivo con las huestes de la materia. Y esa fuerza, querido amigo, está en tu memoria… Recuerda quién eres, vuela pausadamente sobre las extensiones de tu alma, descubre la llama eterna que Eru plantó en tu esencia; que aunque menguante y taciturna, aun tiene vida y espera con fe que azuces el fuego. Y una voz antigua de cosmos y eternidad canta en tu alma: “Auta i lóme! Aurë entuluva!”*
Es dura y rústica nuestra permanencia en esta era, es caer desahuciado a la puerta de las ansias la estructura laboral que nos impone la realidad, y el grillete atado a nuestras alas en este pequeño recinto con su silla derecha y sobria. El reloj es un golpe repetido y calculado, monótono y frío sobre la libertad de nuestros vientos, rematado por el control cruel y despiadado que asfixia la pasión. Y aún así lo sabemos; nace un nuevo día, todavía trina un pájaro en el cielo, todavía parten barcos por el camino recto, todavía cantan los Valar creando y cubriendo cada hebra de pasto. La tierra respira, con cada ola que besa la orilla, y mientras el alma del mundo se alza en la tarde, podremos entonar desde una ventana lejana, en su crepúsculo con dulzura, un himno de épocas perdidas.
Sé todas estas cosas, las he vivido, he estado allí donde tus pies se apoyan ahora, respirando los mismos tormentos. Mientras tu callas siguiendo el sabio consejo de Irmo, e internado en tus cavilaciones desentrañas respuestas, yo seguiré pintando el aire con letras de colores, pues mucho tiempo he pasado en silencio, muchas eras hilando palabras en un cordel de plata y cristal para colgarlas como guirnaldas en salones donde nadie quiso pisar. Ahora, entre danza y cantos, las voy descolgando para esparcirlas por tu mundo, mientras brillan jolgoriosas con la luz del Laurelin. En la tarea me he encontrado conmigo misma, descubriendo que es fácil reconocerme al ver las cimas que se abren detrás de la mirada. Si en la distancia estuviera, sería esa que revolotea envuelta en magia, el colibrí de la tarde que arrullado en su equilibrio busca néctares extraños en los detalles que ningún otro ojo puede ver. O quizás me encuentres como una hoja a merced del aire, perdida en remolinos que intenta descifrar, flotando a la deriva con la sonrisa de la aventura, y pícara inocencia de llegar a algún lugar. Sino, estaré quietecita y silenciosa, como flor que en primavera amanece perezosa, retozando al sol en meditación profunda, escuchando los sonidos del mundo o las voces de los Valar… O tal vez me encuentres, simplemente caminando, perdida en mis mundos, vistiendo mi traje de humanidad; con mi pelo castaño, largo y ondulado y un secreto arremolinado en mis iris otoñales. Quizás me detenga a acariciar un árbol, a profundizar un aroma que el viento acarrea al pasar, o a observar detenidamente un diminuto insecto siguiendo su rutina, o quizás, simplemente, a mezclar colores y siluetas en una sola fantasía.

*”Ya la noche está pasando, ya se hará de nuevo el día!”

1 comentario:

Nano dijo...

Qué lindo!!!!!!!!!!