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miércoles, julio 14, 2010

The song remembers when

Suena una canción que hacía mucho no reverberaba en mis oídos. Algo se quiebra dentro, mis ojos se nublan y la realidad se vuelve un recuerdo que no puedo detener...

Era Diciembre y moría el año 1996. Mi viejo aceptaba un regalo que le costaría su carrera profesional y despertaba lágrimas de emoción de mis ojos infantiles. Ninguno sabía entonces el verdadero impacto que tendría ese viaje más allá de las conclusiones de aquel presente. Sí, papá perdió su trabajo a los pocos meses. Sí, yo cumplí el sueño disney de todo niño a mis 16 años. Pero había mucho más anclándose en aquel evento que sólo el futuro podía revelar: fue lo último que hizo mi familia como familia. Y vaya si valió desde una total e ingenua inconsciencia grupal.

Miré las instantáneas de esa vida cientos de veces, pero las imágenes nunca despertaron los sentidos como puede hacerlo un sonido. Siento el aroma de las tostadas que mamá preparaba en la mañana en aquella cabañita del Double Tree mientras tarareaba esta canción que la había fascinado. Siento el galope en el pecho, sentada en el asiento más posterior de la Windstar, camino a un parque, mientras el "hit" retumbaba en el estéreo del vehículo. Escucho las risas, las chanzas, percibo las emociones y el deslumbramiento. Palpo los abrazos y las complicidades, los murmullos sosegados típicos de una conversación familiar en hoteles en tiempo de vacaciones. Me envuelven las sonrisas múltiples de cada miembro de una familia que sabía enlazar afecto en cada cosa que hacía, en cada palabra que emitía. Me embriaga la unión que nos elevaba en hechizos de inocencia a través de cada hora compartida, la sorpresa constante que contagió una niñez inmortal en cada corazón; transformando a los cinco integrantes en iguales que sólo aspiraban a vivir a pleno la vida en esa irremplazable compañía.

Siento esa calidez en el alma que tanto extrañaba, la dulzura de una memoria imborrable e impoluta que ningún futuro puede manchar ni desmerecer. Una canción que supo convertirse en himno en un pasado lejano, para poder recordarme años más tarde el amor de una familia que hizo lo que pudo, desde una bondad real y sincera aunque la vida y el tiempo la desmembraran y confundieran. Una tregua al cansancio y las derrotas de la mano de un icono que me devuelve la conciencia de una vida gentil con cada nota.

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