Pages

lunes, julio 05, 2010

Not Alone

Tremenda cosa, la necesidad inevitable del sentido de pertenencia. El terror asfixiante que genera la soledad que nada tiene que ver con la compañía. La voracidad de aceptación que en el fondo solo tiene un verdadero motivo: ser comprendido, especialmente cuando una forma, elección o predilección se salen de la norma.

Un psicólogo puede explicarte que la conmoción del alma ante la fantasía es simple inmadurez anclada en una abstracción selectiva, una negación a encarar la vida con responsabilidad. Un amigo puede aleccionarte ante un vuelo poético con su lógica inquebrantable, puede empeñar toda su energía en abrirte los ojos a la belleza explícita para que dejes de demorarte en invisibles que nadie entiende. Tu familia puede dictaminar con mucha seguridad que solo necesitás salir más, conocer más gente, romper el cascarón de la introversión y superar traumas de la infancia. Y parece que casi nadie fuera capaz de, simplemente, sonreír ante la rareza y exclamar tan sólo “¡Pero qué curioso!”. Menos aún, parece factible encontrar quien te diga “Eh, yo te entiendo” o un “Pienso/siento/me pasa lo mismo”.

Y en esa inmensa soledad rodeada de gente y ruido te das por vencido. Se pierde la fuerza y con ella las convicciones. Flaquea la voluntad frente a la firmeza circundante que pesa tanto más de lo que se puede soportar por tiempo prolongado. Te cuestionás tu cordura, analizás tu raciocinio y concluís, entre dudas, que los demás han de tener razón. Después de todo, es gente que te quiere o bien a la que le estás pagando para que no se equivoque.


Pero comprobás a la larga que seguir sus consejos, practicar sus técnicas, caminar sus caminos; no te hacen sentir más abrigado ni menos solitario. Ganás aceptación sin dudas, una sensación placentera en principio que no dura más que la extensión de su manifestación explícita. Ganás pertenencia en sus mundos, claramente, pero de nada sirve la membresía de un ánimo que no hace eco en las entrañas. Todas las satisfacciones, las sensaciones de realización, son efímeros alivios superficiales que se transforman en adicciones malsanas. Tan sólo postergaciones del verdadero anhelo: saber, creer en que no estás enfermo y que la vida no estaba fumada al momento de crearte. Sentir que naciste en el tiempo y lugar indicados. Confiar en que pertenecés a este mundo tal como sos; a la raza y al entorno sin tener que recluirte en un psiquiátrico. No temer a la discordancia como encarnación de una eterna condena a observar a los demás desde afuera; como encerrado en un campo de fuerza que siempre te tirará hacia atrás cuando se juega la esencia. Poder ser, con fidelidad y en pleno sin sentenciarte al aislamiento constante.

Y sucede, cuando se rompe el glamour de la confusión, cuando se quiebran los espejos del conformismo y el consenso, cuando girás la cabeza a la complacencia y la soledad vuelve a tragarte con la sofocación de la desesperanza; que la vida se encarga de recordarte cómo subsistías antes de tranzar. Casualmente llegan, distraídas e inconexas, las pruebas de que no estás loco, de que no estás solo. Aunque lejos de tu entorno, aunque lejos del contacto o incluso de la identificación, hay entendimiento en expresiones anónimas, en voces lejanas. Y con eso basta. Saber que hay alguien más con la misma lucha, con la misma procesión aunque nunca lo conozcas. Confirmar que la naturaleza de tu esencia no es un error ni un fantasma psicológico que no podés combatir. Confirmar que tus estridencias no son exclusivas, que tus anhelos no son raros aunque no puedas compartirlo activamente. Porque mientras exista una sola voz capaz de comprender tus sentimientos y percepciones siempre existirá la esperanza de encontrar pertenencia tangible algún día. Siempre habrá alguna desconexión similar en algún lado y en algún tiempo, aún cuando no te enteres de ello.

Algún día… Y con eso basta.

2 comentarios:

Suroscuro dijo...

Leí hace poco una frase hermosa en un libro hermoso ("Moradas", de Linda Hogan):

"No hay soledad verdadera. Hay soledad y el silencio que la nutre, que es relación con nosotros mismos. Pero incluso en esos casos, somos parte de algo más grande".

Vaya esa frase hermosa de ese libro hermoso para este hermoso post.

Redundante, pero justo.
salú

Connita dijo...

Gracias por el regalo Pablo ^_^, está para caligrafiar, enmarcar y colgar delante de la cama para barrer oscuridades antes de cerrar los ojos a un día turbulento ;)