Pages

jueves, mayo 20, 2010

Duelo

Reinicié. Encontré la punta del ovillo y lo voy deshilvanando. Tengo el horizonte brillando delante y la satisfacción de estar en camino. Pero aún me envuelve una sombra ciertas noches, cuando la voluntad y la esperanza no parecen ser suficientes para la sonrisa permanente. Cuando los logros y promesas no equilibran el peso de un ayer que aún se sostiene en un abismo que no termina de cerrarse. Un duelo que no puede apurarse, ni saltearse, ni ignorarse. Una lenta procesión de pasados que se esfuman sin suficientes justificaciones desde lo emotivo, donde lo racional no tiene lugar para dar batalla.

Laceran los recuerdos que se van borrando. Perforan los esfuerzos que no llegaron a puerto y se van disipando en la inmensidad. Los besos y abrazos que se abandonaron a desintegrarse en la nada. Las miradas que nunca volverán a compartirse y los “te quiero” que naufragan en un futuro que los desconoce por completo.

Cómo cuesta sonreír sin el peso de todo lo que se ha perdido. Mirar al presente sin pensar en el vacío latente de todo lo sacrificado por un mañana irrealizable. Aceptar que tanta devoción se evapore sin testigos ni ternuras que abriguen su pasión. Qué difícil es cerrar el libro de una historia incompleta, saber que no habrá nadie que vuelva a escribir en las páginas pendientes. Y que ese cuento que se urdió con tanto empeño se irá acomodando en un estante oculto para ser olvidado en el tiempo. Cómo apena asumir que el polvo se asentará donde hubo algarabía y que los años no son más que gajos que se van descontando de un destino cambiante. Que aquello que vivió con tal convicción en su momento, va callando para siempre sin mayor oposición. Que salvo por la agonizante voluntad de mi apegado corazón, no habrá quien lo recuerde.

Hiere que las memorias no inspiren maravillas. Desahucian los sueños, los proyectos, las esperanzas, las perseverancias que cierran sus ojos y se dejan morir sin héroes ni salvadores, sin salida ni la más mínima voluntad de ello. Tan solo reposan exangües, sin propósito, esperando las arenas que los cubrirán para siempre sin aferrarse a nada. Culminan sin resistencia, como si desconocieran por completo el significado de la continuidad.

Y esta vida que sigue, tan plena en posibilidades y nuevos sueños; tan colmada de comienzos aún no escritos que penden tan solo de la oportunidad del nuevo amanecer… No alcanza para atenuar la sensación de que es cruel y triste que el cambio y el olvido sean un común destino para todo lo que he amado y atesorado antes.

Bendigo lo nuevo, el renacimiento, las oportunidades y todo lo bueno que espera por delante; pero no puedo evitar afligirme, ciertas noches, por todo lo valioso que ha muerto en el tiempo.

No hay comentarios.: