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domingo, julio 17, 2011

Indefinido

Se acercaba la temporada de lluvias. Los cielos borrascosos teñían la tierra de nostalgias plateadas y añoranzas mustias. El viento norte alborotaba su cabello salvajemente mientras sus ojos se clavaban en las nubes plomizas que se estiraban perezosas sobre las colinas. Dos días, quizás tres, pensó, mientras analizaba las formas y los colores de la bóveda tapizada.

Había preparado todo según los conocimientos inmemoriales que le habían sido transmitidos desde su más tierna edad. Las puertas y ventanas de su precaria vivienda desmejorada tenían los aislantes correspondientes. Las canastas del depósito rebosaban de la leña necesaria para sobrevivir el frío húmedo de los días que se avecinaban. La alacena contenía todas las variedades de alimentos no perecederos y ricos en proteínas que la mantendrían provista hasta que los senderos volvieran a ser transitables.
Todo estaba dispuesto, pero ella no se convencía aún. Tenía la inquietante sensación de que estaba olvidando algo esencial, una cuestión primordial para sobrevivir las tormentas. Pero le era imposible precisar qué era aquello que le impedía enfrentar las arreciantes aguas de agosto con calma y seguridad como años anteriores. Seguía observando las nubes intensamente como si quisiera detenerlas con su mera voluntad. “Necesito más tiempo” se decía, aunque no supiera para qué.

La larga hierba seca y amarillenta comenzó a azotar sus suaves tobillos desnudos con el ímpetu del viento y su túnica gastada se ceñía ajustada a su cuerpo mientras llenaba el aire con el sonido de la alocada fricción de la tela serpenteante a sus espaldas. Ella no se inmutó con el repentino embate, su mente estaba mucho más allá de aquella realidad. Pensaba en el último invierno. Sólo había pasado un año desde entonces, pero ahora le parecía una vida entera. La temporada de lluvias en aquel momento no había sido más que un evento aislado, una simple ocasión para arrebujarse junto al fuego por días, abrigada en la calma y seguridad de unos brazos firmes. Un abrazo… Cuánto necesitaba de eso en este momento en que el temor pujaba por contaminar sus fibras íntimas. Pensó que la inquietud que la acosaba se relacionaba con su recién adquirida soledad, pero descartó la idea de inmediato. Ya había sobrevivido los aguaceros de la región por sus propios medios en otras épocas. Pero entonces era más joven, más inocente y no conocía los placeres y tormentos de la compañía permanente.

Sacudió su cabeza como queriendo adquirir claridad en la angustia y la confusión. Su larga cabellera se enredaba en su cuello tenso, lo golpeaba y acariciaba a la vez, lo liberaba y volvía a envolverse en sus venas dilatadas. Movió sus manos con delicadeza y determinación, restringiendo sus sedosas hebras oscuras en una cola de caballo que ciñó con una cinta de juncos trenzados y aceitados. De alguna manera sentía que el dominio ejercido sobre su cabello ejemplificaba la fuerza que le permitía controlar sus premoniciones oscuras.
Era una superviviente por naturaleza, su raza no conocía de debilidad o miedos, sus preocupaciones eran absurdas.

Erguida en la barranca simulaba un peñón recio con sus anchas espaldas y firmes pantorrillas, anclando sus pies a la tierra como las raíces de un imponente ombú. Cerró los ojos y trató de concentrarse en esa imagen imbatible. Era consciente de estas características típicas de su pueblo, que tan bien se habían reflejado en su cuerpo desde su nacimiento. Detalles inconfundibles que se habían declarado con tanta precisión en su carne; como vagamente la había rozado la forma de los pensamientos e ideas clásicas de su gente. Su corazón se retorció en el pecho y su soledad se hizo aún más insondable. Mordió sus labios con fuerza y respiró hondo a la vez que sus manos se cerraban con furia sobre los pliegues de su ondulante túnica. Se giró decidida, dando la espalda a los cielos plateados y se encaminó con firmeza a su aislada vivienda.

3 comentarios:

Ser dijo...

Uau; gracias, tu escribes de verdad, estoy contento, pase por aquí como quien se detiene al paso para beber un vaso de agua, y me encontré con un vino exquisito.

Te sigo, por mero placer nomás, y eso para mí es mucho… :)

Almendra. dijo...

Hola ! Te invito a visitar mi blog: miccaelaa.blogspot.com .
Por cierto, me ha agradado mucho el tuyo !
Saludos; Micaela

Connita dijo...

Muchas gracias Ser, 3 mil años más tarde, pero sinceramente halagada por tu comentario. Tal opinión es un montón para mi ;)


Gracias Mica también, ya sumando el blog.